En los últimos días se ha 'renovado', digamos, algo del debate sobre la relevancia y el papel que jugarán las Universidades (aunque para nuestro caso tal vez deberíamos hablar de las Instituciones de Educación Superior -IES-) en el mediano plazo, gracias a una afirmación que David Wiley realizó en una reunión de profesores y directivos de Educación Superior: "Sus universidades serán irrelevantes en el 2020".
Elaine Jarvik, de Deseret News, retomó esta afirmación y publicó hace poco más de una semana un artículo en el cual describe en detalle las razones de la afirmación de Wiley, quien es uno de los más fuertes proponentes del movimiento de Contenido Abierto, y está detrás de Flat World Knowledge, proyecto que recibió hace algunas semanas una inesperada inversión de capital de riesgo de ocho millones de dólares.
Con esto en mente, la afirmación de Wiley tiene un contexto mucho más amplio. Los argumentos que presenta Jarvik en su artículo son los que ya resultan normales en este tema: la posibilidad de contar con contenidos fácilmente accesibles y progresivamente gratuitos, con tecnología portátil cada vez más económica y la velocidad con la que la tecnología ha alterado (y probablemente alterará) el entorno, hace que el modelo educativo en el cual aún se basan la mayoria de IES pueda perder relevancia en el mediano plazo.
No obstante, queda un papel fundamental que aún es casi que privilegio absoluto de las IES, por razones de conveniencia: la certificación y acreditación de competencias profesionales. No obstante, tendencias como las que son observadas desde hace más de una década en el área de la informática -la certificación de competencias especificas por parte de proveedores de software-, han ido permeando a otros sectores de la industria, y podrían convertirse en una competencia cada vez más importante para las IES normales. Eso sin contar con el rol que juegan las universidades corporativas, que ha ido consolidándose a lo largo de la última década.
En respuesta al artículo de Jarvik -y probablemente a la gran resonancia que tuvo en la comunidad de tecnología educativa en los días siguientes- Deseret News publicó unos días después un editorial en donde trataba de señalar por qué las universidades van a seguir siendo relevantes. Lamentablemente, los argumentos que usó fueron muy poco convincentes, y tal vez falla en reconocer que parte del problema es que la educación superior (o al menos, buena parte de ella) está basada en el supuesto de que la información es escasa y que los estudiantes no son capaces de aprender por su cuenta. El primero de estos supuestos está dejando de ser cierto progresivamente, y el segundo es abiertamente falso. Tal vez muchos de nosotros somos entrenados durante varios años para terminar dependiendo de un profesor (en términos de definición de objetivos y evaluación), pero eso no significa que no seamos capaces de aprender por cuenta propia (y de paso, autoevaluarnos).
El punto es que no recuerdo haber escuchado esta discusión en nuestro entorno. Lo más cercano que viene a mi mente es el documento de Visión 2019, que se refiere a la Educación Superior sólo para señalar que se espera tener un aumento de la cobertura para el momento de conmemorar nuestro segundo bicentenario (para llegar a una cobertura bruta de 50%). Por otro lado, el documento específico para el sector de la Educación, incluye lo referente a mejoramiento de la calidad y de la eficiencia del sector, en adición a la ampliación de la cobertura.
Pero, si se leen estos documentos, y se da una mirada rápida al panorama normativo actual, pareciera que las instituciones de educación superior no tienen que preocuparse en cuanto a su relevancia futura pues, a pesar de los grandes retos que plantean los documentos de visión de mediano plazo, el enfoque para atenderlos está completamente ligado a una visión de sistema en el que, si bien existen alternativas de formación para el trabajo, no hay otra opción para un estudiante sino obtener certificación de parte de una institución reconocida.
Algo diferente ocurre en otros lugares. Por ejemplo, Scot Aldred mencionaba en un post reciente algo respecto a como funciona esto en Australia:
Durante años las universidades han disfrutado de un monopolio en la certificación de las cualificaciones de pregrado y posgrado, pero eso ha cambiado rápidamente con el incremento significativo de proveedores no universitarios acreditados por el gobierno [australiano]
Ese tipo de política (al menos hasta donde se) no ha sido considerada. Las condiciones mínimas de calidad aplican solamente para IES reconocidas legalmente como tal, y los procesos de articulación con el sector productivo sugieren que la idea es que este sector busque, digamos, formación a la medida en las IES que sean de su interés.
Así que lo que tenemos es una oportunidad de reinventar todo un sistema por fuera de la normatividad existente. Dado que nuestra educación superior sigue hablando en términos de "satisfacer las necesidades del mercado laboral", tal vez es el momento de imaginarnos una nueva forma en la cual ese 50% que estará "por fuera" del sistema formal en 2019, esté creando sus propias oportunidades laborales, que no dependan de haber pasado varios años en una institución educativa.
Si lográramos hacer tal cosa, la discusión sobre la relevancia de las instituciones para 2020 dejaría de ser, a su vez, relevante. Sería simplemente un asunto de oferta y demanda, o de "selección natural", para ponerlo en otros términos. Si un sistema alternativo termina siendo reconocido no sólo como válido, sino que demuestra un retorno a la inversión (en términos no sólo económicos, sino sociales e intelectuales) mucho más alto que el del sistema formal, nuestro entorno educativo puede cambiar dramáticamente. Los tiempos de crisis económica pueden ser un excelente caldo de cultivo para esto.
Por supuesto, lo anterior no dice mucho respecto a cómo poner en marcha tal sistema. Y es intencional, pues estamos en un punto en el que hay más preguntas que respuestas. No obstante, tal vez la pregunta inicial podría ser en qué lugar de la ecuación educativa nos vemos cada uno de nosotros, en función de los objetivos que queremos lograr.
Y tal decisión no excluye el papel que puedan jugar las IES en la reinvención del sistema. Conozco de primera mano el caso de una institución que está empezando a trabajar a un nivel institucional (así suene redundante) en el tema de Ambientes Personales de Aprendizaje. Yo no tengo claro si las cosas van hacia allá, pero sí se que es una noción que no sólo tiene sentido para el aprendiz, sino que en combinación con la creación de comunidades de práctica puede transformar completamente la manera en la que docentes y estudiantes se relacionan durante un programa académico.
Y encuentro muy importante que haya instituciones dispuestas a correr este riesgo, pues son los pioneros que se convertirán en ejemplos demostrativos para otras instituciones. Ante todo, tienen la oportunidad de atraer un nuevo público que no hace parte del sistema en este momento, y de abrir un nuevo camino, asi como otras instituciones españolas o mexicanas lo abrieron en su momento.
Tal vez esto último es lo más importante. Que podemos reinventar el mundo desde aquí.