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Introducción al conocimiento conectivo: Asociacionismo

Otra más.  Nueva sección de mi traducción de An introduction to connective knowledge de Stephen Downes, esta vez sobre asociacionismo.   Vamos al grano:

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Una introducción al Conocimiento Conectivo

por Stephen Downes (traducción: Diego Leal)

a. Tipos de conocimiento

b. Interpretación

c. Emergencia

d. Fisicalidad

e. Prominencia e inferencia

f. Asociacionismo

Este proceso de inferencia tiene su historia en la filosofía bajo el título de “asociacionismo”, un tipo de razonamiento asociado (hasta el advenimiento del positivismo lógico) con la filosofía empírica y personas como Hume y Mill.

La idea central del asociacionismo es la siguiente: dos cosas que son relevantemente similares se conectan en la mente. Esta conexión o asociación a su vez permite que un conocimiento sobre una de ellas sea inferido de la otra. Por lo tanto, si experimentamos una criatura parecida-a-un-tigre y trató de comernos, entonces, cuando vemos a otra criatura parecida-a-un-tigre relevantemente similar, somos llevados (como diría Hume, de forma natural y sin sentido) a creer que tratará de comernos también. Con el tiempo, un complejo de creencias sobre las criaturas parecidas-a-un-tigre se forma y ​​algunas, de hecho, se tornan lo suficientemente fuertes como para que podamos contemplar una nueva (y peligrosa) categoría de entidad, dado el nombre “tigre”.

Distintos tipos de asociacionismo existen, desde la asociación de impresiones postulada por Hume hasta la similitud de fenómenos descrita por Tversky [12]. Dos tipos principales de asociacionismo son relevantes para nosotros aquí:

El primero es el asociacionismo simple, a veces conocido como “el asociacionismo de Hebb” [13] , que se postula a ser (y probablemente es) fundamental en la formación de conexiones neuronales en la mente (su aplicabilidad al mundo fuera de la mente es mucho menos evidente). El principio, en concreto, es que si dos neuronas disparan al mismo tiempo, una conexión tenderá a formarse entre ellas. Esto es, por supuesto, una hipótesis de tipo “excluyendo todo lo demás”: las neuronas tienen que ser el tipo de neuronas que pueden formar conexiones, es necesario que haya algún tipo de proximidad entre ellas, y necesitan ser (computacionalmente y físicamente) compatibles entre sí. Muy parecido a una historia de amor.

El segundo puede ser clasificado bajo el (inadecuado) título de asociacionismo de Boltzmann [14]. Derivado de la idea de la máquina de Boltzmann, este tipo de asociacionismo es una expresión de (algo así como) las fuerzas termodinámicas. Piense en ello como la red tratando de asentarse en un estado “balanceado” o “armonioso”. La idea detrás del asociacionismo de Boltzmann es que una cierta cantidad de energía aplicada a un sistema creará una cierta cantidad de cinética – en otras palabras, su cerebro sigue pensando a pesar de no recibir entradas. En ausencia de influencias externas que causen conexiones de Hebb, el cerebro se asienta en una configuración (termodinámicamente) estable.

Si tales modos de asociacionismo o cualquier otro método de formación de conexiones están operando dentro de un sistema particular es una pregunta de observación empírica. Probablemente, en cualquier sistema dado, será una combinación. Y como antes, además de los mecanismos específicos de construcción de conexiones serán necesarios factores posibilitadores, tales como la proximidad, y factores de corrección, como es descrito por la retropropagación [15].

Entendemos la similitud lo bastante bien en relación con la cualidad y la cantidad. Las cosas pueden ser más o menos parecidas – grandes, redondas y de color naranja, por ejemplo. Y podemos ver cómo, a través de esta similitud, puede formarse una asociación – nuestra percepción de (lo que interpretamos como) dos fenómenos diferentes de color naranja nos lleva a generar una asociación entre ellos. Las cantidades, también, están asociadas: nunca hemos experimentado una lluvia de seis pulgadas de leche, pero podemos imaginar fácilmente cómo sería, con base en nuestras experiencias con seis pulgadas de agua.

En el caso de las conexiones, el concepto de similitud es menos intuitivo, pero se divide en dos categorías principales:

En primer lugar, podemos decir que dos entidades son conectivamente similares si comparten conexiones con el mismo conjunto de entidades. Por ejemplo, Michael y yo podemos ser conectivamente similares, incluso si nunca nos hemos conocido, si compartimos el mismo grupo de amigos. Por supuesto, tal similitud hace que sea más probable que una conexión se forme entre nosotros: pero es importante tener en cuenta la direccionalidad aquí. La similitud precede a la conexión.

En segundo lugar, podemos decir que dos entidades son conectivamente similares si comparten conjuntos de conexiones similares. Por ejemplo, Paul y Michelle pueden ser activistas políticos, pero trabajando para diferentes partidos políticos. En tal caso, ellos compartirán los mismos tipos de conexiones, pero con diferentes conjuntos de amigos. Tales conjuntos de conexiones son (más o menos) isomorfas. Vale la pena señalar que este isomorfismo tenderá a conducir a una conexión entre los dos grupos (los partidos políticos tienden a interactuar con otros partidos políticos, pero mucho menos con los equipos de hockey), lo que a su vez conduce de nuevo a conexiones entre los miembros.

Notas y referencias

[12]   Amos Tversky. 2003. Preference, Belief, and Similarity: Selected Writings. MIT Press.

[13]   Pim Haselager. 1999. Neurodynamics and the Revival of Associationism in Cognitive Science. In A. Riegler, M. Peschl, & A. Von Stein (Eds.), Understanding Representation in the Cognitive Sciences. Kluwer Academic / Plenum Publ. http://www.nici.kun.nl/~haselag/publications/NeuroAssoc99.pdf

[14]   G.E. Hinton and T.J. Sejnowski. 1989. Learning and Relearning in Boltzmann Machines. In David E. Rumelhart and James L. McClelland, Parallel Distributed Processing: Explorations in the Microstructure of Cognition, Volume 1. MIT Press.

[15]   D.E. Rumelhart, G.E. Hinton, and R.J.Williams. 1989. Learning Internal Representations by Error Propagation. In David E. Rumelhart and James L. McClelland, Parallel Distributed Processing: Explorations in the Microstructure of Cognition, Volume 1. MIT Press.

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Esencialmente, lo que está detrás de este fragmento tiene que ver con isomorfismo (que en sí mismo es un área de estudio bastante grande).  Es importante resaltar que, aunque Stephen habla de isomorfismo, tal vez la única forma de verificar tal condición es mediante representaciones de las entidades y conexiones.  Esto es, mediante un grafo (o una representación equivalente). El asunto es que, cuando se trata de grafos, el problema del isomorfismo no es sencillo, y mucho menos si estamso hablando del volumen de entidades y conexiones existentes en, por ejemplo, un partido político.

Así que podríamos decir que este fragmento es especulativo, pues no contamos a gran escala con los mecanismos para verificar el isomorfismo.  Podemos, a un nivel global, reconocer un patrón que se repite (y que nos permite decir que este es un partido político y no un equipo de hockey), pero todavía (hasta donde sé) no es tan sencillo hablar de verificar el isomorfismo a gran escala (tomando conjuntos completos de entidades y conexiones).

Por supuesto, eso no quiere decir que no sea posible verificar hasta qué punto Paul, Michelle o Michael son conectivamente similares. De eso se trata, justamente, una plataforma como Facebook, y eso es lo que está detrás de la promesa de la publicidad focalizada.  Un sistema de recomendación suele operar, en esencia, identificando esos isomorfismos entre entidades.

Por ejemplo, para el caso de Amazon hay múltiples grafos subyacentes, que me conectan a mi (como usuario de un navegador web) con las consultas que he realizado en un período de tiempo y mi (como individuo) con las compras que he realizado.  Obviamente, hay un ‘bonus’ de información para Amazon si, además de consultar, estoy registrado en ese momento.  En términos sencillos, si Pedro ha comprado un conjunto similar de libros o ha realizado un conjunto similar de búsquedas a los míos (esto es, si nuestros grafos son parcialmente isomorfos), hay una mayor probabilidad de que las cosas que no coinciden en nuestros grafos sean de interés para el otro. Libros que Pedro compró, en categorías similares a las que yo compro, podrían ser de interés para mi.

O tome el caso de Facebook.  Cuando esta plataforma me sugiere “personas que  podría conocer”, lo que está haciendo es evaluar conjuntos de conexiones entre entidades, e identificando aquellas conexiones que podrían estar faltando.  Cada click que hacemos fortalece la cuantificación de un lazo existente.  Si identifico a ciertas personas en fotografías y yo estoy con ellas, y esas personas están en otras fotos en las que yo no estoy con otras personas, existe una probabilidad de que yo conozca a estas últimas.  Cuando aceptamos las sugerencias de Facebook, ayudamos al algoritmo a mejorar. Pero al mismo tiempo, le estamos entregando información valiosa acerca de nuestros contactos (y por ende, sus gustos) y, en consecuencia, sobre nuestros propios hábitos.  Es por eso que evito compartir fotos en Facebook.. :-)

La charla TED de Eli Pariser, que tanta divulgación obtuvo el año anterior, habla justamente de una consecuencia (entre tantas) de esos procesos de identificación de la información y hábitos individuales, y de lo que ocurre cuando el software empieza a decidir qué es lo que me interesa, esto es, cuando la representación de las conexiones es usada para generar visiones parciales (filtradas) del mundo.

El asunto se pone aún más inquietante. Hay una razón por la cual ya no uso gmail, y es que hace unos años escribí un correo para alguien, hablando sobre unas pruebas de impresión.  De inmediato, los anuncios comerciales tenían que ver con papeles, servicios de impresión, etc. Eso tampoco es nuevo, y de hecho se indica de manera clara en la interfaz de gmail.  Y aunque uno podría ocultar los anuncios usando cosas como Ad Block Plus, el punto es que cualquier cosa que escribimos (y todos los clicks que hacemos) están siendo analizados con un único fin: vender mejor.

Por supuesto, no hay una salida sencilla para esta situación. Es clara la dificultad de mantenerse al margen de esto (y sería ingenuo pensar que es sencillo hacerlo) y sin duda obtenemos innumerables beneficios gracias a estas tecnologías y a este monitoreo constante (¿o no?). Pero es importante no perder de vista la motivación que sigue detrás, para no terminar pasando por ingenuos o por meras cajas de resonancia.

Así que esa es una posible aplicación de entender la similitud cuando hablamos de conexiones.  En todo caso, Stephen está hablando aquí de sistemas complejos adaptativos (las redes sociales humanas son un ejemplo de ellos) y empieza a sugerir las implicaciones que tal mirada puede tener.  No entiendo aún muy bien la elección que hace de los dos tipos de asociacionismo (¿por qué no otros? ¿hay más?), pues no percibo que existan unas diferencias tan fuertes entre ellos.  Ahora, es importante tener presente que, al menos en este fragmento, Stephen está sugiriendo algo que tendría que ser justificado más adelante: que hay una equivalencia (para no usar de nuevo la palabra isomorfismo) entre lo que ocurre en la mente y lo que ocurre en la red externa.  Los dos tipos de asociacionismo presentados tienen que ver con la mente, pero los ejemplos elegidos al final son de redes sociales.

Es claro que presentar un ejemplo de similitud basado en el cerebro es difícil (y puede volverse bastante técnico), pero la implicación es importante.  Parafraseando a otra área (bastante ajena), como afuera es adentro y como adentro es afuera.  Reconocemos en el entorno los patrones que podemos identificar según nuestras conexiones neuronales pero, cuando el entorno cambia, nuestras conexiones cambian.  Y cuando nuestras conexiones cambian, podemos percibir nuevas cosas en el entorno.  Hay una retroalimentación constante.

Stephen no indica, en todo caso, cómo operan los dos tipos de asociacionismo cuando se trata de conexiones entre humanos. Pero podemos dejar pasar este detalle recordando que, después de todo, estamos hablando acerca del conocimiento. Los siguientes fragmentos profundizarán un poco más en esta distinción/equivalencia entre el adentro (la red neuronal) y el afuera (la red social externa).

Mi entrevista en EducaRed Argentina

En Noviembre del año anterior, tuve la feliz oportunidad de visitar por primera vez Buenos Aires, por invitación del Espacio Fundación Telefónica de Argentina. La invitación incluyó una charla dirigida a docentes, algunas reuniones con el equipo de la Fundación y una (inesperada) entrevista en video.  Aunque esta entrevista fue editada y publicada hace varias semanas, no la  había reseñado aquí:

No estoy del todo conforme con el resultado, pues no conocía las preguntas de antemano y eso hizo que mis respuestas fueran algo vacilantes. Para completar, en la edición no quedan las preguntas, así que por momentos siento que estoy hablando por hablar.  Pero bueno, no soy un observador objetivo. En cualquier caso, ojalá estas ideas sean de utilidad para alguien. :-)

Una constante de la visita fueron las enriquecedoras conversaciones que tuve, muchas de ellas en los acogedores cafés de la ciudad. Aproveché para hacer algo de turismo, para reencontrarme con algunas personas (Mónica Trech, Alejandro Piscitelli) y para ‘desvirtualizar’ a algunas otras (entre ellas Vera Rex, Gabriela Sellart, Claudia Ceraso, Silvia Andreoli y Carolina Gruffat).

No puedo dejar de decir que el día de esta entrevista también estuve reunido con el equipo de educación de la Fundación Telefónica, con quienes tuve una charla no sólo interesante sino muy estimulante acerca de lo que estamos haciendo en Uruguay con ArTIC.  En medio de la charla asomaron la cabeza ideas y recomendaciones sobre el diseño de este tipo de experiencias, el valor de enfocarse en lo actitudinal y sobre los efectos y observaciones que hemos ido realizando poco a poco.  Una conversación en la que, me temo, mis intervenciones apuntaban hacia todas partes!

De esa conversación, en particular, recuerdo algo que me sorpendió y me dejó con grandes dudas.  Me agradecían por ser tan generoso con lo que  sé y por compartir de la manera en que lo hice pues, según me decían, es raro que un consultor (lo que se supone que soy) cuente tanto acerca del ‘detrás de cámaras’ de lo que hace (supongo que por razones competitivas). Lo cierto es que esto me dejó pensando pues no suelo editar mucho las cosas que digo.  Por el contrario, me temo que con mucha frecuencia no se cuándo es el momento de callar. Y en todo caso, ¿compartir no se trata justamente de eso?

Parece ser, a juzgar por lo que escuché, que este es otro ámbito en donde el discurso no está en sintonía con la práctica.  Y eso me inquieta bastante porque, aunque se ha vuelto natural para mi el escuchar acerca de las ventajas y la importancia de compartir el conocimiento, bien podría ser que la lógica de muchos sea “compartir después de tener firmado el contrato”.  Exactamente lo mismo que he visto en tantas instituciones educativas en el pasado. Y lo mismo que he percibido en algunos consultores que he conocido en estos años.

¿Es esto ‘malo’? No necesariamente.  Después de todo, hay que comer, no? El asunto, al menos para mi caso personal, es que las cosas que hago se alimentan en gran medida de lo que muchos otros hacen y comparten de manera abierta y permanente.  Si bien es cierto que esto puede generar dudas económicas (y esa es otra historia), lo cierto es que lo que está en juego es el etos de toda una comunidad de la cual yo me siento parte.  Lo que mis interlocutores llamaban “generosidad”, es el etos de esa comunidad y, en consecuencia, se convierte en la forma normal en la cual ‘opero’. Actuar diferente me pondría en contradicción con mi propio discurso.  Y esa incoherencia es algo en lo que no soy capaz de entrar.

Una vez más, volvemos al asunto de la coherencia y de ser “el cambio que queremos ver en el mundo”.  Stephen me decía hace años, en relación con los temas de protección a la propiedad intelectual, algo que me marcó: “para mí es suficiente ver mis ideas reflejadas en el mundo”.  Es obvio que tal afirmación depende del momento vital y profesional en el cual uno se encuentra (y no puedo negar que a veces me molesta que algunas personas usen mis ideas sin siquiera indicar de dónde las sacaron) pero lo cierto es que, sólo compartiendo de manera amplia mis ideas (sean buenas o no tan buenas) se tiene un impacto en el mundo, y se pueden mejorar las ideas propias. En lo personal, encuentro que nuestro entorno tiene tal necesidad de mejorar tantas cosas que no puedo condicionar el compartir mis ideas a tener un contrato firmado.  Simplemente no puedo. ¿Que eso genera a veces algo de tensión económica? Puede ser.  Pero ser fiel al etos de la comunidad a la que decido pertenecer tiene mayor peso personal.

Sólo me queda desear que eso que es interpretado como generosidad (aunque yo no lo veo así) pueda ser un rasgo que empiece a aparecer con más frecuencia en nuestro entorno, pues buena falta nos hace.  Modelar ese comportamiento para nuevas generaciones de docentes y de estudiantes puede ser fundamental para construir un futuro diferente.

(Como algunos se preguntarán a qué comunidad me refiero, es ese inspirador grupo de personas que incluye a Stephen Downes, David Wiley, Scott Leslie, George Siemens, Leigh Blackall, Alan Levine, D’arcy Norman, Nancy White, Brian Lamb, Alec Couros, Jim Groom y Gardner Campbell, entre muchos otros)

Introducción al conocimiento conectivo: Prominencia e inferencia

Nueva sección de mi traducción de An introduction to connective knowledge de Stephen Downes, esta vez sobre prominencia e inferencia.   Vamos al grano:

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Una introducción al Conocimiento Conectivo

por Stephen Downes (traducción: Diego Leal)

a. Tipos de conocimiento

b. Interpretación

c. Emergencia

d. Fisicalidad

e. Prominencia[1] e inferencia

Nuestro conocimiento consiste de interpretaciones de percepciones, que son en sí mismas distintas de cualquier realidad física que pueda haberlas causado. En este sentido, se podría decir que estas interpretaciones son ‘construidas’ – es decir, que son el resultado de un proceso mental o cognitivo, en lugar de algo que nos llega ya ensamblado.

La inferencia es, a grandes rasgos, la manipulación de estos pedacitos de conocimiento, en abstracto, para producir nuevos pedacitos de conocimiento. En nuestra mente, por ejemplo, podemos postular que si una luz roja se añade a una luz amarilla, el resultado será una luz naranja. O que dos ovejas añadidas a dos ovejas resultarán en cuatro ovejas. A menudo, las percepciones posteriores confirman tales predicciones, lo que nos lleva a confiar aún más en las manipulaciones que las produjeron (y mucho menos en manipulaciones que no lo hicieron, aunque la mente humana es notoriamente voluble en este sentido).

Todas estas inferencias, sin embargo, son el resultado de un complejo proceso de seleccionar lo que podríamos llamar los datos más “prominentes”. El conteo de las ovejas, por ejemplo, es de utilidad sólo para las personas que poseen ovejas (o están leyendo artículos de filosofía). Normalmente, durante el curso de nuestra vida cotidiana, tenemos poca necesidad de contar ovejas, y por lo tanto la mayor parte de nosotros ignoramos el número real de ovejas presentes en un momento dado. De manera similar, cuando percibimos una luz naranja, por lo general no la vemos como una confirmación de la idea que el rojo y el amarillo componen el naranja. A menos que seamos artistas visuales, lo vemos simplemente como una instancia de “naranja”.

Nuestras inferencias, por lo tanto, se basan en la prominencia, donde la prominencia puede ser pensada como la importancia, relevancia o vivacidad de alguna propiedad o percepción.  Nosotros ‘seleccionamos’ esas percepciones que nos serán de utilidad e ignoramos las demás. Con frecuencia, este no es ni siquiera un proceso consciente y se basa, en parte, en reacciones innatas (como saltar cuando escuchamos un sonido fuerte) y en gran medida en expectativas previas. Nuestro conocimiento previo nos ha llevado a reconocer que algo que se ve y suena como un tigre es algo a lo que debemos prestar atención, por lo que nuestro motor de inferencia se pone a toda marcha.

Del mismo modo, algunas conexiones son más prominentes que otras. Piense en su sentido de lugar o ubicación.  Está centrado en la ciudad o pueblo en el que usted se encuentra, con las calles extendiéndose a partir de usted en un patrón único según su posición. Cambie su ubicación, y su mapa del mundo cambia con ella. Wal-Mart, que antes estaba a “dos cuadras de distancia”, está ahora a “una cuadra de distancia”. O considere a su círculo de amigos: una vez más, usted está en el centro, con sus colaboradores más cercanos en proximidad cercana, con sus conocidos a mayor distancia. Su amigo, sin embargo, identificará a un conjunto diferente de personas como los más próximos y a otros, incluyendo algunos que están más cerca de usted, como más distantes.

Las cosas se vuelven aún más complejas cuando se considera la mente. Sabemos que la mente es un conjunto masivo de neuronas conectadas, pero ¿en dónde está el punto de vista desde el que consideramos estas conexiones? Si bien podemos considerar el punto de vista global en abstracto, y hablar desapasionadamente sobre el hipocampo o el cuerpo calloso, no podemos adoptar tal marco de referencia con respecto a nuestro propio pensamiento. No obstante, parece evidente que hay un punto de vista con el cual consideramos a nuestra propia mente. Es la esencia del pensamiento consciente que estamos conscientes de nuestros procesos mentales al mismo tiempo que los estamos teniendo.

Una vez más, lo que es más prominente es lo que sale a primer plano aquí. Usted puede tener representaciones mentales de cientos o incluso miles de personas pero, si está enamorado, estar pensando sólo en una. Su cuerpo se compone de millones de terminaciones nerviosas, pero si usted tiene un dolor de dientes, su atención se centra sólo en aquellos relacionados con el diente. De manera similar, sólo los pensamientos más activos y consistentes se entrometen en su conciencia, y es a través de la lente de esos pensamientos que usted interpreta los fenómenos (y es a través de los fenómenos que usted tiene esos pensamientos).

La inferencia es la observación de las similitudes prominentes entre pensamientos y percepciones. Es el reconocimiento de las propiedades comunes – cualidades, cantidades y conexiones – entre percepciones diversas, y la elaboración consiguiente de conexiones entre esas entidades y entre otras propiedades de las entidades. Al ver que dos ovejas y dos ovejas son cuatro ovejas, usted es llevado (a través de la prominencia de la cantidad y la recién descubierta prominencia de las vacas) a contemplar la idea que dos vacas y dos vacas podrían ser cuatro vacas.

Notas y referencias

[1] Salience en el original (N. del T.)

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Algo positivo de las traducciones, en términos de aprendizaje, es que al buscar el mejor sentido para una palabra o una frase uno se obliga a comprender mejor las ideas que están en juego.  Eso me pasó con “prominencia” (pasé por saliencia, notabilidad e importancia antes de encontrar la palabra que, creo, es la más adecuada).

Del fragmento me gusta lo relacionado con la inferencia, pues me recuerda el enorme poder que este mecanismo tiene. Es gracias a la inferencia que podemos decir que dos mil ovejas más mil ovejas son tres mil ovejas, incluso si nunca llegamos a ver tal cantidad de ovejas (o de vacas) juntas. Lo interesante es que llega un punto en donde, aunque la inferencia sigue operando, perdemos de vista la verdadera dimensión de las cosas.  Pienso, por ejemplo, en las altas cantidades de dinero relacionadas con la crisis económica, y en la utilidad de la visualización como apoyo para entender qué es lo que está en juego.

Por otro lado, la inferencia puede llevarnos a conclusiones erróneas, incluso cuando se supone que hemos aprendido acerca de ciertos fenómenos específicos.  Un buen ejemplo de esto es A private universe, un documental corto que explora las razones por las cuales estudiantes recién graduados de Harvard no pueden explicar de manera correcta por qué tenemos estaciones y fases lunares.  El punto aquí es que la inferencia nos puede llevar a conclusiones erróneas, incluso cuando hemos ‘aprendido’ las respuestas correctas.

Como el fragmento construye sobre los fragmentos anteriores, nos enfrentamos a una dificultad con la prominencia: aquello que reconocemos como prominente es aquello que estamos preparados para ver.  Para ponerlo de manera cruda, no vemos lo que queremos sino lo que podemos ver (y podría argumentarse lo mismo con respecto a nuestras acciones, me temo).  Por supuesto, esto no significa que con el tiempo no pueda desarrollarse una mirada más sofisticada que permita reconocer nuevas prominencias.

Algo muy interesante, por supuesto, es dónde se encuentra el yo que a veces (o con mucha frecuencia, en mi caso personal) observa los fenómenos mentales.  Sin duda es difícil pensar al respecto…

En cualquier caso, no deja de sorprenderme que, con las enormes limitaciones que tenemos en todo sentido, en conjunto hayamos llegado a donde lo hemos hecho.  Es simplemente asombroso.

#reAprender Radio: Episodio 3: Participación abierta

El tercer episodio de esta serie, cuyo tema global son las prácticas educativas abiertas, está enfocado en la participación en cursos abiertos.  En conjunto con Daniel Jimenez (twitter|blog) y Andrés Chiappe (twitter|blog), conversamos acerca de qué significa participar en un curso abierto distribuido, a partir de las experiencias que hemos tenido en diversos cursos.

Entre los temas generales abordados en el episodio se encuentran quñe ha significado para nosotros participar en abierto (3:40), qué papel juega el compromiso y la responsabilidad frente a un grupo ( 7:52) lo que lleva a discutir diferentes formas de participar en abierto (11:20) y a descubrir que, aunque el ‘cumplimiento’ es nuestro paradigma habitual en cuanto a participación y aprendizaje (19:30), podemos pensar en metáforas poderosas para nuevos paradigmas, en donde cada persona crea sus propios caminos (24:50).

Por primera vez, tuvimos un interemedio musical (que salió muy bien!!), aprovechando que estábamos cerca de la Navidad. Incluimos música de CaTosh und MagiC N (Stille Nacht, Heilige Nacht) y Fatblueman (Kiyoshi Kono Yoru), y en la segunda parte conversamos sobre algunas habilidades importantes para la participación en cursos abiertos (43:00), la importancia de la empatía y la confianza (56:00), la necesidad de reconsiderar en dónde está y quién tiene el control en la experiencia de aprendizaje (1:07:34).  Terminamos con una corta discusión respecto a si las habilidades necesarias son un prerrequisito, o algo que se desarrolla en la experiencia misma de aprendizaje (1:15:06).

Un montón de cosas que abren nuevas preguntas y que empiezan a traer temas recurrentes como el control y la diversidad (e incluso ausencia) de expectativas.

Así que aquí está el Episodio 3 de Radio reAprender:

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La próxima emisión de reAprender Radio, que estará dedicada al tema de la enseñanza abierta, se llevará a cabo el próximo jueves 19 de Enero de 2012, a las 16:00 de Bogotá / 19:00 de Rio de Janeiro / 22:00 España. En este episodio tendremos como invitada a Luz Pearson, quien ha facilitado algunos cursos abiertos en línea y cuenta con una perspectiva de primera mano respecto a lo que esta labor significa.

La información de acceso, así como las grabaciones de episodios anteriores se encuentran en la página de reAprender Radio. Para contribuir con sus comentarios respecto a cualquiera de los programas, puede usar el tag #reaprender en Twitter, o nuestro chat permanente.

Están todos invitados!