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Una introducción al conocimiento conectivo

Considerando que hace algunas semanas comenzó una nueva edición del curso de Connectivism and Connective Knowledge, decidí acelerar el proceso de traducción de An Introduction to Connective Knowledge, pues el documento completo puede ser de utilidad para muchas personas.  Así que dejé de lado la publicación de cada segmento (lo cual no quiere decir que no vuelva a ese provechoso ejercicio más adelante) y me lancé a completar las 25 página de traducción (tal vez la más larga que he hecho hasta ahora).

Este documento es importante pues discute, de manera introductoria, aspectos claves sobre la concepción de conocimiento que subyacen a las ideas del conectivismo, y que enmarcan en parte mi trabajo con los talleres EduCamp y con mis cursos abiertos.  Aunque es una lectura un poco larga, es de mucha utilidad para cualquier persona que esté usando (o haya usado) en su discurso la palabra conectivismo, así como para cualquier pArTICipante, pues permite entender un poco más de lo que vivimos durante esa experiencia.

Con esto completo varias traducciones de documentos básicos del conectivismo (como este, este y este).  Es interesante (y algo inquietante, a la vez) ver cómo ha cambiado el panorama (y cómo he cambiado yo) desde que hice la primera por allá en 2007, cuando muy poca gente  hablaba de este tema.  A nivel personal, es gratificante ver que no solo logré realizar la traducción completa (lo intenté un par de veces en el pasado), sino que ya estoy en condiciones de comentar y ampliar de manera más crítica muchas de las ideas que están en ella. :-)

Así que aquí está la traducción:

Una introducción al conocimiento conectivo

Stephen Downes, diciembre 2005 (original en inglés)

Traducción: Diego Leal, enero 2012 (PDF | Documento en línea (permite comentarios))

No está de más mencionar que hay muchas cosas discutibles y adicionales para mencionar respecto a las ideas de este documento.  Aunque, en mi opinión, su final es menos contundente de lo que uno esperaría (o querría), es un buen insumo para alimentar la discusión y mejorar la comprensión sobre ideas que a veces repetimos, aún sin entender sus implicaciones reales.

Comentarios y sugerencias son bienvenidos!

Introducción al conocimiento conectivo: Asociacionismo

Otra más.  Nueva sección de mi traducción de An introduction to connective knowledge de Stephen Downes, esta vez sobre asociacionismo.   Vamos al grano:

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Una introducción al Conocimiento Conectivo

por Stephen Downes (traducción: Diego Leal)

a. Tipos de conocimiento

b. Interpretación

c. Emergencia

d. Fisicalidad

e. Prominencia e inferencia

f. Asociacionismo

Este proceso de inferencia tiene su historia en la filosofía bajo el título de “asociacionismo”, un tipo de razonamiento asociado (hasta el advenimiento del positivismo lógico) con la filosofía empírica y personas como Hume y Mill.

La idea central del asociacionismo es la siguiente: dos cosas que son relevantemente similares se conectan en la mente. Esta conexión o asociación a su vez permite que un conocimiento sobre una de ellas sea inferido de la otra. Por lo tanto, si experimentamos una criatura parecida-a-un-tigre y trató de comernos, entonces, cuando vemos a otra criatura parecida-a-un-tigre relevantemente similar, somos llevados (como diría Hume, de forma natural y sin sentido) a creer que tratará de comernos también. Con el tiempo, un complejo de creencias sobre las criaturas parecidas-a-un-tigre se forma y ​​algunas, de hecho, se tornan lo suficientemente fuertes como para que podamos contemplar una nueva (y peligrosa) categoría de entidad, dado el nombre “tigre”.

Distintos tipos de asociacionismo existen, desde la asociación de impresiones postulada por Hume hasta la similitud de fenómenos descrita por Tversky [12]. Dos tipos principales de asociacionismo son relevantes para nosotros aquí:

El primero es el asociacionismo simple, a veces conocido como “el asociacionismo de Hebb” [13] , que se postula a ser (y probablemente es) fundamental en la formación de conexiones neuronales en la mente (su aplicabilidad al mundo fuera de la mente es mucho menos evidente). El principio, en concreto, es que si dos neuronas disparan al mismo tiempo, una conexión tenderá a formarse entre ellas. Esto es, por supuesto, una hipótesis de tipo “excluyendo todo lo demás”: las neuronas tienen que ser el tipo de neuronas que pueden formar conexiones, es necesario que haya algún tipo de proximidad entre ellas, y necesitan ser (computacionalmente y físicamente) compatibles entre sí. Muy parecido a una historia de amor.

El segundo puede ser clasificado bajo el (inadecuado) título de asociacionismo de Boltzmann [14]. Derivado de la idea de la máquina de Boltzmann, este tipo de asociacionismo es una expresión de (algo así como) las fuerzas termodinámicas. Piense en ello como la red tratando de asentarse en un estado “balanceado” o “armonioso”. La idea detrás del asociacionismo de Boltzmann es que una cierta cantidad de energía aplicada a un sistema creará una cierta cantidad de cinética – en otras palabras, su cerebro sigue pensando a pesar de no recibir entradas. En ausencia de influencias externas que causen conexiones de Hebb, el cerebro se asienta en una configuración (termodinámicamente) estable.

Si tales modos de asociacionismo o cualquier otro método de formación de conexiones están operando dentro de un sistema particular es una pregunta de observación empírica. Probablemente, en cualquier sistema dado, será una combinación. Y como antes, además de los mecanismos específicos de construcción de conexiones serán necesarios factores posibilitadores, tales como la proximidad, y factores de corrección, como es descrito por la retropropagación [15].

Entendemos la similitud lo bastante bien en relación con la cualidad y la cantidad. Las cosas pueden ser más o menos parecidas – grandes, redondas y de color naranja, por ejemplo. Y podemos ver cómo, a través de esta similitud, puede formarse una asociación – nuestra percepción de (lo que interpretamos como) dos fenómenos diferentes de color naranja nos lleva a generar una asociación entre ellos. Las cantidades, también, están asociadas: nunca hemos experimentado una lluvia de seis pulgadas de leche, pero podemos imaginar fácilmente cómo sería, con base en nuestras experiencias con seis pulgadas de agua.

En el caso de las conexiones, el concepto de similitud es menos intuitivo, pero se divide en dos categorías principales:

En primer lugar, podemos decir que dos entidades son conectivamente similares si comparten conexiones con el mismo conjunto de entidades. Por ejemplo, Michael y yo podemos ser conectivamente similares, incluso si nunca nos hemos conocido, si compartimos el mismo grupo de amigos. Por supuesto, tal similitud hace que sea más probable que una conexión se forme entre nosotros: pero es importante tener en cuenta la direccionalidad aquí. La similitud precede a la conexión.

En segundo lugar, podemos decir que dos entidades son conectivamente similares si comparten conjuntos de conexiones similares. Por ejemplo, Paul y Michelle pueden ser activistas políticos, pero trabajando para diferentes partidos políticos. En tal caso, ellos compartirán los mismos tipos de conexiones, pero con diferentes conjuntos de amigos. Tales conjuntos de conexiones son (más o menos) isomorfas. Vale la pena señalar que este isomorfismo tenderá a conducir a una conexión entre los dos grupos (los partidos políticos tienden a interactuar con otros partidos políticos, pero mucho menos con los equipos de hockey), lo que a su vez conduce de nuevo a conexiones entre los miembros.

Notas y referencias

[12]   Amos Tversky. 2003. Preference, Belief, and Similarity: Selected Writings. MIT Press.

[13]   Pim Haselager. 1999. Neurodynamics and the Revival of Associationism in Cognitive Science. In A. Riegler, M. Peschl, & A. Von Stein (Eds.), Understanding Representation in the Cognitive Sciences. Kluwer Academic / Plenum Publ. http://www.nici.kun.nl/~haselag/publications/NeuroAssoc99.pdf

[14]   G.E. Hinton and T.J. Sejnowski. 1989. Learning and Relearning in Boltzmann Machines. In David E. Rumelhart and James L. McClelland, Parallel Distributed Processing: Explorations in the Microstructure of Cognition, Volume 1. MIT Press.

[15]   D.E. Rumelhart, G.E. Hinton, and R.J.Williams. 1989. Learning Internal Representations by Error Propagation. In David E. Rumelhart and James L. McClelland, Parallel Distributed Processing: Explorations in the Microstructure of Cognition, Volume 1. MIT Press.

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Esencialmente, lo que está detrás de este fragmento tiene que ver con isomorfismo (que en sí mismo es un área de estudio bastante grande).  Es importante resaltar que, aunque Stephen habla de isomorfismo, tal vez la única forma de verificar tal condición es mediante representaciones de las entidades y conexiones.  Esto es, mediante un grafo (o una representación equivalente). El asunto es que, cuando se trata de grafos, el problema del isomorfismo no es sencillo, y mucho menos si estamso hablando del volumen de entidades y conexiones existentes en, por ejemplo, un partido político.

Así que podríamos decir que este fragmento es especulativo, pues no contamos a gran escala con los mecanismos para verificar el isomorfismo.  Podemos, a un nivel global, reconocer un patrón que se repite (y que nos permite decir que este es un partido político y no un equipo de hockey), pero todavía (hasta donde sé) no es tan sencillo hablar de verificar el isomorfismo a gran escala (tomando conjuntos completos de entidades y conexiones).

Por supuesto, eso no quiere decir que no sea posible verificar hasta qué punto Paul, Michelle o Michael son conectivamente similares. De eso se trata, justamente, una plataforma como Facebook, y eso es lo que está detrás de la promesa de la publicidad focalizada.  Un sistema de recomendación suele operar, en esencia, identificando esos isomorfismos entre entidades.

Por ejemplo, para el caso de Amazon hay múltiples grafos subyacentes, que me conectan a mi (como usuario de un navegador web) con las consultas que he realizado en un período de tiempo y mi (como individuo) con las compras que he realizado.  Obviamente, hay un ‘bonus’ de información para Amazon si, además de consultar, estoy registrado en ese momento.  En términos sencillos, si Pedro ha comprado un conjunto similar de libros o ha realizado un conjunto similar de búsquedas a los míos (esto es, si nuestros grafos son parcialmente isomorfos), hay una mayor probabilidad de que las cosas que no coinciden en nuestros grafos sean de interés para el otro. Libros que Pedro compró, en categorías similares a las que yo compro, podrían ser de interés para mi.

O tome el caso de Facebook.  Cuando esta plataforma me sugiere “personas que  podría conocer”, lo que está haciendo es evaluar conjuntos de conexiones entre entidades, e identificando aquellas conexiones que podrían estar faltando.  Cada click que hacemos fortalece la cuantificación de un lazo existente.  Si identifico a ciertas personas en fotografías y yo estoy con ellas, y esas personas están en otras fotos en las que yo no estoy con otras personas, existe una probabilidad de que yo conozca a estas últimas.  Cuando aceptamos las sugerencias de Facebook, ayudamos al algoritmo a mejorar. Pero al mismo tiempo, le estamos entregando información valiosa acerca de nuestros contactos (y por ende, sus gustos) y, en consecuencia, sobre nuestros propios hábitos.  Es por eso que evito compartir fotos en Facebook.. :-)

La charla TED de Eli Pariser, que tanta divulgación obtuvo el año anterior, habla justamente de una consecuencia (entre tantas) de esos procesos de identificación de la información y hábitos individuales, y de lo que ocurre cuando el software empieza a decidir qué es lo que me interesa, esto es, cuando la representación de las conexiones es usada para generar visiones parciales (filtradas) del mundo.

El asunto se pone aún más inquietante. Hay una razón por la cual ya no uso gmail, y es que hace unos años escribí un correo para alguien, hablando sobre unas pruebas de impresión.  De inmediato, los anuncios comerciales tenían que ver con papeles, servicios de impresión, etc. Eso tampoco es nuevo, y de hecho se indica de manera clara en la interfaz de gmail.  Y aunque uno podría ocultar los anuncios usando cosas como Ad Block Plus, el punto es que cualquier cosa que escribimos (y todos los clicks que hacemos) están siendo analizados con un único fin: vender mejor.

Por supuesto, no hay una salida sencilla para esta situación. Es clara la dificultad de mantenerse al margen de esto (y sería ingenuo pensar que es sencillo hacerlo) y sin duda obtenemos innumerables beneficios gracias a estas tecnologías y a este monitoreo constante (¿o no?). Pero es importante no perder de vista la motivación que sigue detrás, para no terminar pasando por ingenuos o por meras cajas de resonancia.

Así que esa es una posible aplicación de entender la similitud cuando hablamos de conexiones.  En todo caso, Stephen está hablando aquí de sistemas complejos adaptativos (las redes sociales humanas son un ejemplo de ellos) y empieza a sugerir las implicaciones que tal mirada puede tener.  No entiendo aún muy bien la elección que hace de los dos tipos de asociacionismo (¿por qué no otros? ¿hay más?), pues no percibo que existan unas diferencias tan fuertes entre ellos.  Ahora, es importante tener presente que, al menos en este fragmento, Stephen está sugiriendo algo que tendría que ser justificado más adelante: que hay una equivalencia (para no usar de nuevo la palabra isomorfismo) entre lo que ocurre en la mente y lo que ocurre en la red externa.  Los dos tipos de asociacionismo presentados tienen que ver con la mente, pero los ejemplos elegidos al final son de redes sociales.

Es claro que presentar un ejemplo de similitud basado en el cerebro es difícil (y puede volverse bastante técnico), pero la implicación es importante.  Parafraseando a otra área (bastante ajena), como afuera es adentro y como adentro es afuera.  Reconocemos en el entorno los patrones que podemos identificar según nuestras conexiones neuronales pero, cuando el entorno cambia, nuestras conexiones cambian.  Y cuando nuestras conexiones cambian, podemos percibir nuevas cosas en el entorno.  Hay una retroalimentación constante.

Stephen no indica, en todo caso, cómo operan los dos tipos de asociacionismo cuando se trata de conexiones entre humanos. Pero podemos dejar pasar este detalle recordando que, después de todo, estamos hablando acerca del conocimiento. Los siguientes fragmentos profundizarán un poco más en esta distinción/equivalencia entre el adentro (la red neuronal) y el afuera (la red social externa).

Introducción al conocimiento conectivo: Prominencia e inferencia

Nueva sección de mi traducción de An introduction to connective knowledge de Stephen Downes, esta vez sobre prominencia e inferencia.   Vamos al grano:

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Una introducción al Conocimiento Conectivo

por Stephen Downes (traducción: Diego Leal)

a. Tipos de conocimiento

b. Interpretación

c. Emergencia

d. Fisicalidad

e. Prominencia[1] e inferencia

Nuestro conocimiento consiste de interpretaciones de percepciones, que son en sí mismas distintas de cualquier realidad física que pueda haberlas causado. En este sentido, se podría decir que estas interpretaciones son ‘construidas’ – es decir, que son el resultado de un proceso mental o cognitivo, en lugar de algo que nos llega ya ensamblado.

La inferencia es, a grandes rasgos, la manipulación de estos pedacitos de conocimiento, en abstracto, para producir nuevos pedacitos de conocimiento. En nuestra mente, por ejemplo, podemos postular que si una luz roja se añade a una luz amarilla, el resultado será una luz naranja. O que dos ovejas añadidas a dos ovejas resultarán en cuatro ovejas. A menudo, las percepciones posteriores confirman tales predicciones, lo que nos lleva a confiar aún más en las manipulaciones que las produjeron (y mucho menos en manipulaciones que no lo hicieron, aunque la mente humana es notoriamente voluble en este sentido).

Todas estas inferencias, sin embargo, son el resultado de un complejo proceso de seleccionar lo que podríamos llamar los datos más “prominentes”. El conteo de las ovejas, por ejemplo, es de utilidad sólo para las personas que poseen ovejas (o están leyendo artículos de filosofía). Normalmente, durante el curso de nuestra vida cotidiana, tenemos poca necesidad de contar ovejas, y por lo tanto la mayor parte de nosotros ignoramos el número real de ovejas presentes en un momento dado. De manera similar, cuando percibimos una luz naranja, por lo general no la vemos como una confirmación de la idea que el rojo y el amarillo componen el naranja. A menos que seamos artistas visuales, lo vemos simplemente como una instancia de “naranja”.

Nuestras inferencias, por lo tanto, se basan en la prominencia, donde la prominencia puede ser pensada como la importancia, relevancia o vivacidad de alguna propiedad o percepción.  Nosotros ‘seleccionamos’ esas percepciones que nos serán de utilidad e ignoramos las demás. Con frecuencia, este no es ni siquiera un proceso consciente y se basa, en parte, en reacciones innatas (como saltar cuando escuchamos un sonido fuerte) y en gran medida en expectativas previas. Nuestro conocimiento previo nos ha llevado a reconocer que algo que se ve y suena como un tigre es algo a lo que debemos prestar atención, por lo que nuestro motor de inferencia se pone a toda marcha.

Del mismo modo, algunas conexiones son más prominentes que otras. Piense en su sentido de lugar o ubicación.  Está centrado en la ciudad o pueblo en el que usted se encuentra, con las calles extendiéndose a partir de usted en un patrón único según su posición. Cambie su ubicación, y su mapa del mundo cambia con ella. Wal-Mart, que antes estaba a “dos cuadras de distancia”, está ahora a “una cuadra de distancia”. O considere a su círculo de amigos: una vez más, usted está en el centro, con sus colaboradores más cercanos en proximidad cercana, con sus conocidos a mayor distancia. Su amigo, sin embargo, identificará a un conjunto diferente de personas como los más próximos y a otros, incluyendo algunos que están más cerca de usted, como más distantes.

Las cosas se vuelven aún más complejas cuando se considera la mente. Sabemos que la mente es un conjunto masivo de neuronas conectadas, pero ¿en dónde está el punto de vista desde el que consideramos estas conexiones? Si bien podemos considerar el punto de vista global en abstracto, y hablar desapasionadamente sobre el hipocampo o el cuerpo calloso, no podemos adoptar tal marco de referencia con respecto a nuestro propio pensamiento. No obstante, parece evidente que hay un punto de vista con el cual consideramos a nuestra propia mente. Es la esencia del pensamiento consciente que estamos conscientes de nuestros procesos mentales al mismo tiempo que los estamos teniendo.

Una vez más, lo que es más prominente es lo que sale a primer plano aquí. Usted puede tener representaciones mentales de cientos o incluso miles de personas pero, si está enamorado, estar pensando sólo en una. Su cuerpo se compone de millones de terminaciones nerviosas, pero si usted tiene un dolor de dientes, su atención se centra sólo en aquellos relacionados con el diente. De manera similar, sólo los pensamientos más activos y consistentes se entrometen en su conciencia, y es a través de la lente de esos pensamientos que usted interpreta los fenómenos (y es a través de los fenómenos que usted tiene esos pensamientos).

La inferencia es la observación de las similitudes prominentes entre pensamientos y percepciones. Es el reconocimiento de las propiedades comunes – cualidades, cantidades y conexiones – entre percepciones diversas, y la elaboración consiguiente de conexiones entre esas entidades y entre otras propiedades de las entidades. Al ver que dos ovejas y dos ovejas son cuatro ovejas, usted es llevado (a través de la prominencia de la cantidad y la recién descubierta prominencia de las vacas) a contemplar la idea que dos vacas y dos vacas podrían ser cuatro vacas.

Notas y referencias

[1] Salience en el original (N. del T.)

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Algo positivo de las traducciones, en términos de aprendizaje, es que al buscar el mejor sentido para una palabra o una frase uno se obliga a comprender mejor las ideas que están en juego.  Eso me pasó con “prominencia” (pasé por saliencia, notabilidad e importancia antes de encontrar la palabra que, creo, es la más adecuada).

Del fragmento me gusta lo relacionado con la inferencia, pues me recuerda el enorme poder que este mecanismo tiene. Es gracias a la inferencia que podemos decir que dos mil ovejas más mil ovejas son tres mil ovejas, incluso si nunca llegamos a ver tal cantidad de ovejas (o de vacas) juntas. Lo interesante es que llega un punto en donde, aunque la inferencia sigue operando, perdemos de vista la verdadera dimensión de las cosas.  Pienso, por ejemplo, en las altas cantidades de dinero relacionadas con la crisis económica, y en la utilidad de la visualización como apoyo para entender qué es lo que está en juego.

Por otro lado, la inferencia puede llevarnos a conclusiones erróneas, incluso cuando se supone que hemos aprendido acerca de ciertos fenómenos específicos.  Un buen ejemplo de esto es A private universe, un documental corto que explora las razones por las cuales estudiantes recién graduados de Harvard no pueden explicar de manera correcta por qué tenemos estaciones y fases lunares.  El punto aquí es que la inferencia nos puede llevar a conclusiones erróneas, incluso cuando hemos ‘aprendido’ las respuestas correctas.

Como el fragmento construye sobre los fragmentos anteriores, nos enfrentamos a una dificultad con la prominencia: aquello que reconocemos como prominente es aquello que estamos preparados para ver.  Para ponerlo de manera cruda, no vemos lo que queremos sino lo que podemos ver (y podría argumentarse lo mismo con respecto a nuestras acciones, me temo).  Por supuesto, esto no significa que con el tiempo no pueda desarrollarse una mirada más sofisticada que permita reconocer nuevas prominencias.

Algo muy interesante, por supuesto, es dónde se encuentra el yo que a veces (o con mucha frecuencia, en mi caso personal) observa los fenómenos mentales.  Sin duda es difícil pensar al respecto…

En cualquier caso, no deja de sorprenderme que, con las enormes limitaciones que tenemos en todo sentido, en conjunto hayamos llegado a donde lo hemos hecho.  Es simplemente asombroso.

Introducción al conocimiento conectivo: Fisicalidad

Nueva sección de mi traducción de An introduction to connective knowledge de Stephen Downes, esta vez sobre fisicalidad.   Vamos al grano:

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Una introducción al Conocimiento Conectivo

por Stephen Downes (traducción: Diego Leal)

a. Tipos de conocimiento

b. Interpretación

c. Emergencia

d. Fisicalidad [1]

Por lo general, pensamos en el conocimiento como relacionado con hechos y sobre los hechos, a su vez, como algo basado ​​en una realidad independiente, una realidad física. En consecuencia, es natural para nosotros decir, por ejemplo, que cuando vemos que algo es rojo hay una base física para tal declaración, que incluso si está de por medio alguna interpretación hay algún hecho físico de la materia que hace que una manzana sea roja y no azul.

Ciertamente, si no pensáramos en las cosas de esta manera, nos sería difícil decir algo sobre cualquier cosa. La fisicalidad nos proporciona un sustrato sobre el cual basar nuestras interpretaciones. Es, como diría Kant, una condición necesaria para la posibilidad de la percepción [7]. La fisicalidad nos ofrece, además, un medio de clasificar entre lo que podría ser llamado interpretaciones “correctas” y “percepciones erróneas”, entre la realidad y el espejismo.

No obstante, aunque este puede ser el caso, no hay nada en nuestras interpretaciones que esté inherentemente basado en la realidad física y, por lo tanto, no hay nada que impida nuestra discusión de ellas sin hacer referencia a esta base. De hecho, esto ha sido de enorme utilidad en otros ámbitos. Por ejemplo, a pesar de la base empírica de las matemáticas, es mucho más productivo y útil referirse a la cantidad sin hacer referencia a las entidades físicas que están siendo contadas, o (en otras palabras) pensar en la cantidad en abstracto. Lo mismo puede decirse de la cualidad. Pensar en la cualidad en abstracto lleva a los silogismos de Aristóteles [8] y es la base del razonamiento categórico.

Más aún, entidades no-físicas pueden tener (o ser atribuidas con) las propiedades que están, en sí mismas (en esta teoría), basadas en propiedades físicas. En nuestras ideas y sueños, pensamos en colores vívidos y grandes números. Y las ideas son transferibles. Considere el concepto de “prosa púrpura” [9] – una expresión que, si se aplica literalmente, o es falsa o en ningún caso tiene sentido, pero que sin embargo tiene utilidad y significado importantes.

¿Qué ha de aprenderse de esto? Que las entidades en las diferentes categorías de conocimiento – ya se trate de propiedades o números – no son reales en sí mismas. Cuando hablamos de ‘rojez'[2], no estamos hablando de algo que tiene una existencia concreta e independiente en el mundo sino, más bien, de algo que existe (en cuanto exista realmente) sólo en nuestras propias mentes. Cuando hablamos sobre el número “cuatro”, no estamos describiendo una entidad platónica [10] sino, más bien, nada más que nuestros propios pensamientos o sensaciones.

Eso no los hace menos ‘reales’. Nuestra percepción del color ‘rojo’ es tan real como cualquier fenómeno en el mundo. Se trata simplemente de hacer una distinción entre la percepción, que resulta de un complejo de factores, y la entidad física, que aparentemente la causó.

De manera similar, nuestras interpretaciones de las conexiones es distinta del conjunto real de interacciones que puedan existir en el mundo. Consideremos, por ejemplo, las teorías de conspiración, – la postulación de un conjunto complejo e interrelacionado de personas y acontecimientos que llevan a la conclusión de que alguien está tratando de hacerte daño. Tales teorías, como es notorio, no tienen ninguna base en el mundo físico. Pero sin embargo pueden ser contempladas, y discutidas, y trasmitidas, como si fueran reales. Y la experiencia de una teoría de conspiración puede ser, para quien la percibe, tan real para la persona que tiene la experiencia[3].

Hay una tendencia por parte de los lectores, bien sea al hablar de grillos, o de Shirky hablando acerca de leyes de potencia [11], de representar las conexiones como algo tan “natural” y “real” que simplemente está “ahí afuera” – como si lo que se dice acerca de las redes de conexiones representara una ley inmutable de la naturaleza. Muy por el contrario, nuestra comprensión de la existencia de conexiones y la naturaleza de las redes que forman, es algo que ponemos sobre la mesa, una interpretación de lo que pensamos que es prominente.

Notas y referencias

[1] Physicality, en el original.  Aunque su traducción literal no está aprobada por la RAE, es utilizada en filosofía para referirse a la cualidad de físico (tangible).

[2] Calidad de rojo. Redness en el original (N. del T.)

[3] La confusión gramatical de esta frase proviene del original: “And the experience of a conspiracy theory may be, to the perceiver, every bit as real to the person having the experience” (N. del T.)

[7]   Immanual Kant. 1999. Critique of Pure Reason. Paul Guyer and Allen W. Wood, eds. Cambridge University Press.

[8]   Garth Kemmerling. 2001. Categorical Syllogisms. Philosophy Pages. http://www.philosophypages.com/lg/e08a.htm

[9]   Deb Stover. 2007. The Purple Prose Eater. http://www.debstover.com/purple.html

[10]   James Dye. 2003. Platonic Forms. http://www.niu.edu/~jdye/forms.html

[11]   Clay Shirky. 2003. Power Laws, Weblogs, and Inequality. Clay Shirky’s Writings About the Internet, February 8, 2003. http://www.shirky.com/writings/powerlaw_weblog.html

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Hasta el momento, esta ha sido la sección más retadora para la traducción, empezando por el mismo concepto de fisicalidad.  Siempre queda la duda de si uno está en los dominios del ‘espanglish’, pero la palabra parece ser de uso aceptado.

Una vez más, el texto hace énfasis en recordar que lo que asumimos como ‘real’ está teñido por nuestra misma capacidad perceptual y cognitiva. Además, por las categorías (arbitrarias) que establecemos para referirnos al mundo. De allí el fragmento de Romeo y Julieta que dice “aquello a lo que llamamos rosa, con cualquier otro nombre, tendría un olor igualmente dulce” (o algo así).  El nombre que asignamos a algo nos permite tener un acuerdo sobre aquello a lo que nos referimos, pero no es aquello a lo que nos referimos (o, como lo pondría Korzybski, “el mapa no es el territorio”).

Un detalle importante desde mi perspectiva es que, aunque la abstracción es muy útil en muchos ámbitos (como indica Stephen), en ocasiones se corre el riesgo de que la abstracción empiece a condicionar nuestra mirada del mundo.  Tomemos por ejemplo el modelaje computacional, algo que uno aprende en los primeros semestres como ingeniero de sistemas. El modelo que uno construye (y que más adelante se complementa con técnicas de levantamiento de requerimientos, historias, o lo que sea) no es el mundo real. Lo representa, pero de manera parcial. Nos lo enseñan, y se supone que lo sabemos. No obstante, son recurrentes las historias de errores en la interpretación de los requerimientos y, de primera mano, he visto desarrolladores que empiezan a asumir que el mundo funciona según el modelo que crearon. O, peor aún, que debería funcionar de esa manera, lo que lleva a intensas jornadas de capacitación para que la gente haga de una forma diferente algo que ya hacía.  De allí la popularidad de plataformas como Facebook, que elaboran sobre algo que las personas ya hacían en el mundo real.

Imagine una teoría, por otro lado. En principio, es una construcción conceptual que trata de describir principios del funcionamiento de un aspecto del mundo.  Es un modelo del mundo. Pero a veces termina definiendo nuestra mirada del mundo. Y en consecuencia intentamos  obligar al mundo a coincidir con nuestra teoría, con resultados nefastos. Aunque hay muchos ejemplos a lo largo de la historia (y hoy, obviamente), uno que siempre me ha impactado es el sistema ptolemaico. Esferas dentro de esferas y más esferas para sostener una teoría que, en su supuesto básico (la Tierra está en el centro del Universo) era errónea (Si hay lectores provenientes de ArTIC, el asunto de los mitos  iba justamente en este sentido).

Stephen concluye recordando que esta distinción aplica también para las conexiones, y proponiendo que los fenómenos de acumulación característicos de las leyes de potencias (el principio de Pareto, entre ellas) no son necesariamente un fenómeno natural. Esto va a tener implicaciones importantes a medida que avance el documento.

Y eso es todo por ahora. :-)