Hoy murió una buena persona. Andrés Bernal, Mr. Andy.
Tuve la oportunidad de estudiar con Andrés en la Universidad. Fue tal vez una de las primeras personas a las que escuché hablar de CGI, o que tenían la capacidad de escribir en HTML. Exóticas y admiradas habilidades para esa época. Pero más allá de eso, siempre fue para mi un tanto enigmático. Y generoso. Recuerdo cuántas veces, gracias a Andrés, pudimos acceder a boletas de cine que eran bastante codiciadas (por allá en la época de un experimento de Uniandes que se llamó Cinet, en asocio con Cine Colombia).
Solía reaccionar de manera inesperada y muy divertida frente a situaciones cotidianas. Sin duda, fue alguien que ayudó de manera significativa a que recuerde mi época de universidad como una de las más divertidas (en términos de cantidad de carcajadas) de mi vida. Y siempre le estaré agradecido por ello. Por Andrés conocí también música que no estaba preparado para escuchar en aquella época. Korn, por ejemplo. Recuerdo alguna vez que tenía en su discman un CD de Korn (Issues, tal vez?) que no empezaba en el primer corte, sino que tenía al inicio varios minutos de silencio. Al ponerme los audífonos y no escuchar nada, le dije que Andrés que no había sonido. Recuerdo que él estaba muy preocupado porque pensó que su discman o el CD estaban dañados. Sólo después de un rato recordó lo que pasaba con ese álbum en particular. Muchas risas luego.
Más tarde, Andrés tuvo que sufrir una larga y difícil enfermedad, que al final terminó con su vida. Lo cual lamento profundamente. Como decía un amigo de su familia hoy en el funeral, los jóvenes no deberían morir. Los padres no deberían enterrar a sus hijos. No obstante, la lección de vida que representa esa larga enfermedad hace simplemente ejemplar los últimos años de la vida de Mr. Andy.
Siempre estaré agradecido por la maravillosa lección que me enseñó sin pretenderlo, la última vez que pude hablar con él. De Andrés y de su mamá, aprendí que lo imposible puede ocurrir (aquello que podríamos llamar milagros), y que la entereza y la fe en realidad pueden cambiar nuestras vidas. Aprendí (o recordé?) que todo es posible. Todo, en el sentido más amplio de palabra. Incluso aquello que no somos capaces de imaginar. O de creer.
Así que, desde este aislado rincón de la Web, a la cual me acerqué en parte gracias a Mr. Andy, le rindo un homenaje, ahora que no está más entre nosotros.
Long live Mr. Andy!