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Modelos pedagógicos apoyados con TIC (notas)

Hace un par de semanas, fui invitado por la Universidad EAFIT y la Universidad de los Andes a participar como panelista en un encuentro virtual que se desarrolla en el marco del proyecto PlanesTIC. Esta iniciativa es promovida desde 2007 por el Ministerio de Educación de Colombia y busca acompañar a Instituciones de Educación Superior (IES) en la formulación y ejecución de un Plan estratégico de integración de la tecnología al quehacer institucional.

PlanesTIC es tal vez la iniciativa más importante (por su alcance y capacidad de articulación) de las que definimos en la planeación de actividades del Programa Nacional de uso de Medios y TIC en 2007 (yo estaba en el Ministerio en la época), así que es gratificante ver el camino que esta idea ha recorrido, y el impacto que ha tenido a nivel de muchas IES del país. Eso hace muy grata la invitación a participar en este encuentro.

De lo que se trató la sesión fue de una conversación entre Luz Adriana Osorio y Enrique Batista con miembros del equipo coordinador de PlanesTIC y personas de IES de todo el país.  La charla giró  alrededor de los modelos pedagógicos apoyados con TIC. El tema parece ser de alto interés para las IES (con razón), así que tenía curiosidad por ver cómo avanzaba la discusión y cuál sería el rol que jugaría en ella, pues sigo teniendo mis reparos frente a la idea de depender de modelos pedagógicos específicos. Para bien o para mal, cuando dejamos de pensar en enseñanza y nos enfocamos en el aprendizaje, la complejidad y diversidad existente hace difícil (al menos para mi) pensar en modelos únicos.  Sobre todo cuando terminamos confundiendo el mapa con el territorio.

Había una serie de preguntas orientadoras para el encuentro, así que considerando que el formato de la actividad era bastante ágil, preferí dejar por escrito los puntos que encuentro centrales. Vamos entonces pregunta por pregunta:

1. ¿Se puede apoyar cualquier modelo pedagógico con el uso de TIC? ¿Cómo hacerlo? ¿Qué implicaciones tiene para la institución?

A este punto, con las herramientas con las que contamos, diría que efectivamente cualquier modelo pedagógico puede ser complementado/mejorado (la palabra que busco es enhanced) con el uso de TIC. Sea que esté basado en la transmisión de información o la construcción colectiva, para poner dos ejemplos contrastantes, en todos los casos contamos con herramientas y servicios que pueden facilitar y amplificar lo que ocurre en una experiencia de aprendizaje dirigido. El cómo hacerlo se ha convertido, diría yo, en un cliché: agregando valor, esto es, usando la tecnología para hacer cosas que sin ella no serían posibles, o que al menos resultarían más difíciles. En cualquier caso, diría que aunque el cómo es un espacio que admite mucha creatividad (pues no hay una respuesta única) lo más crítico vendría a ser el para qué, algo que puede llevarnos a cuestionar a los mismos modelos pedagógicos que nos sirven de punto de partida. La tecnología nos permite replantear ciertos para qué que, históricamente, estaban atados a las limitaciones y posibilidades de un medio físico y que, en algunos casos, terminaron reflejados en los modelos que usamos.

Las implicaciones, aunque son específicas para la realidad de las instituciones, tienen una equivalencia en lo que ha ocurrido con otras áreas de la actividad humana. En todas ellas, en mayor o menos medida, la tecnología ha generado la aparición de nuevos modelos de negocio y de operación, y la desaparición de muchos otros. De igual manera, ha permitido la consolidación de ciertas organizaciones y la crisis en otras. Basta con observar el caso de los periódicos a nivel global, y reconocer la diversidad con la cual distintos medios han tratado de aprovechar las posibilidades de la tecnología para garantizar su supervivencia. Yo diría que no hay una única implicación ni una amenaza a la cual hay que responder ineludiblemente. Las acciones de cada institución (ignorar lo que ocurre, intentar enternderlo, arriesgarse a experimentar) definen de manera dinámica lo que implica el cambio tecnológico para cada una.  Como lo pondría W.E. Deming; “La supervivencia no es obligatoria”.

Ahora, no está de más recordar que es diferente ‘sobrevivir’ a ‘vivir’. Cuando uno está en modo de supervivencia, las reacciones pueden producirse en función de las cosas que se perciben como amenazas (cambios en el entorno, lo que hacen los competidores, etc.), olvidando un poco los fines y objetivos por los que vale la pena vivir (o existir, si de organizaciones educativas se trata). ¿Cuál de los dos procesos es el más gratificante?

2. ¿Qué retos impone la incorporación de TIC frente al modelo pedagógico institucional? y ¿Qué estrategias se pueden utilizar para abordar dichos retos?

En este punto hay un asunto que encuentro importante, y es detenerse a pensar en dónde está puesto el foco. Con frecuencia, cuando se habla de modelo pedagógico institucional se está haciendo referencia a un conjunto de ideas y prácticas de enseñanza, que se espera sean seguidas en mayor o menor grado por los distintos actores de la institución.  En algunos casos, ese modelo se hace cumplir de manera contundente (esto es, si usted no lo sigue, no sigue en la institución), mientras que en otros casos es tan vago como para que cualquier cosa quepa en él.  Pero, en todo caso, lo habitual es que el modelo esté enfocado en cómo enseñar y no necesariamente en cómo aprenden mejor las personas en cierta área específica. La diferencia es sutil, pero considero que es importante, porque cuando se pone el foco en el aprendizaje, necesariamente tiene que considerarse la enorme diversidad de aprendices.  Y al hacerlo, aparece una observación importante: un modelo puede funcionar para un sector de la población, aquel que llamamos ‘estudiantes exitosos’, pero puede estar excluyendo efectivamente (y lo hace, en realidad) a otras personas con otras necesidades y posibilidades.

Así que, desde mi perspectiva, hay un gran desafío de reconocer las múltiples oportunidades de aprendizaje que la tecnología actual posibilita para todos los actores del sistema, y diseñar mecanismos que permitan articularlas de manera efectiva.  En este sentido, bien podría ser necesario repensar la noción de modelo pedagógico y, por qué no, empezar a hablar más bien de modelos de aprendizaje, es decir, de las ideas, principios y prácticas de aprendizaje que los distintos actores de una institución podrían evidenciar en su quehacer cotidiano.  Un factor importante aquí es que puede ser muy importante involucrar a los estudiantes en el proceso de construcción de ese modelo. Con frecuencia, un modelo pedagógico se propone de arriba hacia abajo.  Es algo que “le ocurre” (o que sufre/tolera/disfruta) el estudiante.  Si pensamos en aprendizaje, se vuelve importante considerar modelos que entreguen responsabilidad y estimulen la autonomía de todos los actores.  De allí la importancia de que su construcción se haga de manera conjunta, a partir de los sueños e intereses de cada individuo, tarea que no necesariamente pone de cabeza lo que la institución hace habitualmente, sino que involucra nuevas perspectivas que enriquecen su labor.   Aquí, áreas como el Desarrollo Organizacional Positivo pueden aportar ideas interesantes.

Por otro lado, las condiciones del contexto local generan en sí mismas retos importantes. La comprensión por parte de los distintos actores acerca del sentido de uso de las TIC y de los fines que se persiguen con ellas, así como su actitud al respecto, sin olvidar las condiciones reales de infraestructura, son factores que obligan a cada institución a identificar sus propios retos en función de sus objetivos e intereses.  Como se indicaba arriba, tal vez el mayor reto es reconocer el potencial de la tecnología a partir de sus características inherentes, y no sólo a partir de las prácticas y condiciones que nos han acompañado durante tanto tiempo.  El reto es pensar diferente a partir de las posibilidades de las TIC (pensar en red, diría yo).

3. ¿El uso educativo de TIC genera nuevos modelos pedagógicos?

Así como tantas otras áreas han sido transformadas por el cambio tecnológico, también las formas de operación de las instituciones pueden verse afectadas. Y poco a poco estamos viendo nuevos experimentos que sugieren nuevas alternativas de distribución y participación.  Por ejemplo, el curso abierto de Stanford de Inteligencia Artificial en el que se inscribieron decenas de miles de personas, que dió origen a Udacity y estimuló la aparición de Coursera, o la iniciativa edX de MIT y Harvard, u otras con más años como University of the People o P2P University.  Por supuesto, contar con nuevas alternativas de distribución no significa que hay cambios de fondo en los modelos pedagógicos, pues muchas de estas iniciativas conservan una perspectiva bastante vertical.

Si uno quiere observar posibles cambios en esos modelos de enseñanza (a partir de exploraciones de otras estrategias de aprendizaje), conviene ver el trabajo con cursos abiertos en línea de David Wiley, George Siemens y Stephen Downes, o experimentos como los realizados por Jim Groom, que reconfiguran la noción y límites de una comunidad de aprendizaje. Yo he tenido la oportunidad de llevar a cabo experiementos de este tipo con universidades colombianas y el gobierno de Uruguay, y lo que puedo decir de primera mano es que no se trata de generación de un nuevo modelo, sino de una reconfiguración de los roles de quienes intervienen en estos procesos, que conlleva una reflexión más de fondo respecto al sentido de la labor educativa.

Yo iría más allá de la pregunta para recordar que el uso de TIC genera nuevas alternativas de aprendizaje, que pueden estar o no enmarcadas en un proceso educativo formal.  Por eso la distinción entre enseñanza y aprendizaje es importante.  Puede que estas alternativas de aprendizaje estén acompañadas de un modelo pedagógico que las potencie, o puede que nuestros modelos las desconozcan. Lo cierto es que, para bien o para mal, ninguno de nosotros estará ajeno a estos cambios.  La pregunta es qué vamos a hacer al respecto.

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Durante la sesión, los participantes contribuyeron con preguntas a través del chat de Elluminate, y luego hubo un par de intervenciones de audio. Todavía no tengo el enlace de la grabación, pero aquí están algunas de las preguntas, comentarios e ideas que aparecieron:

  • Desde mi perspectiva es importante reconocernos, cada uno, como aprendices. En mi experiencia, algo tan simple como eso puede cambiar todo. O al menos, puede empezar a cambiarlo.  Por supuesto, aunque lo llame simple no quiere decir que lo sea.  Pero no se trata sólo de cambiar concepciones sobre la enseñanza, sino de cambiar el foco y ponerlo en el aprendizaje.  Ese es el verdadero desafío.
  • Desde la gestión institucional (tanto alta dirección como decanos y directores), se vuelve esencial permitir (y estimular) la experimentación. La innovación no se decreta, se cultiva.  Ahora, para bien o para mal, la cultura institucional pesa demasiado aquí. Un ambiente muy vertical (como el que uno espera encontrar en una institución castrense, o en sitios con un altísimo control por parte de un pequeño grupo) puede representar un desafío para la innovación, pues la regla tácita es “el de arriba decide lo que se hace”.  Al pensar en innovación, es indispensable pensar en procesos de abajo hacia arriba (lo cual aplica tanto a nivel institucional como a nivel de todo el sector).
  • Alguien de la Universidad Libre (Cali) preguntaba: “¿Cómo la interacción con TIC, las Redes y la reconfiguracion de los roles, potencian novedosos “modelos” de aprendizaje -desde propuestas  como el conectivismo de Siemens- acordes con nuestros contextos?”.  Respuesta rápida: por un lado no hay un cómo único, y por otro la interacción misma (la inclusión de la tecnología) ya genera cambios que pueden o no ser reconocidos (y útiles) como modelos para un contexto específico.  No está de más enfatizar que, de nuevo, un factor importante aquí es el contexto, pues la transferencia directa de experiencias en este sentido es casi una imposibilidad…
  • Como suelo decir, modelar prácticas es una tarea clave. Nada menos serio que pedirle a un estudiante que se involucre en procesos de aprendizaje de los cuales yo mismo (como docente) no soy ejemplo.  Una cosa es estar aprendiendo acerca de esos procesos (algo completamente válido), otra promoverlos pero manteniéndose al margen.  Se trata de pasar de pasar de “haga lo que digo, no lo que hago” a “haga lo que hago, pues coincide con lo que digo”.  Eso, por supuesto, genera un enorme desafío en términos de formación docente.

Resultó una sesión que, como de costumbre, me deja con montones de preguntas y con algunas claridades.  Debo decir que, entre esas claridades, está que el camino que estoy andando con ArTIC tiene todo el sentido del mundo.  Pero que apenas es un muy pequeño componente de un escenario mucho mayor.  El gran reto que empieza a aparecer es cómo empezar a afectar a ese escenario macro de una manera más sistémica.

Como de costumbre, no sólo hablando de ello sino atreviéndome a intentarlo. :)

En busca del sentido del desarrollo profesional docente en el uso de TIC

Hace unos meses, recibí una invitación de Pep Hernández en nombre de la Asociación Espiral, para escribir un capítulo para un libro sobre tendencias emergentes en educación. Acepté con gusto la invitación, pero me temo que decidí alejarme del tema central que sonaba bastante tecnológico para acercarme a algo que me gustaría que se convirtiera en tendencia: una exploración más crítica, más generativa, más de fondo en el uso de la tecnología.   El texto que preparé está basado en las notas que usé el año anterior durante el seminario Aula 2.0: Tejiendo redes desde el sur del mundo, evento en el que conocí a varias personas de Espiral.

Fue una agradable sorpresa encontrar que muchas de las ideas que incluí en este documento coinciden con algunas apreciaciones que escuché durante el Seminario Internacional La tecnología digital frente a los desafíos de la educación inclusiva: algunos casos de buenas prácticasrealizado por la CEPAL en Santiago en días pasados y en el que tuve la oportunidad de participar reportando sobre el caso de la política colombiana.

Algo interesante es que las personas que hablaron acerca de esto cuentan con una amplia y larga experiencia en el tema: José Joaquín Brunner (Ex-Ministro Secretario General de Gobierno de Chile), Juan Carlos Tedesco (Ex-Ministro de Educación de Argentina), Pedro Hepp (Ex-Director del Programa Enlaces de Chile) y Francesc Pedró (Jefe de Sección de Asesoramiento en Políticas Sectoriales y Tecnologías de la Información y la Comunicación en la Educación de UNESCO).

Resulta aún más interesante, que lo que expresaban como deseable hacia el mediano plazo es lo que venimos explorando  de manera deliberada en conjunto con el Plan Ceibal a través de  la experiencia de ArTIC desde el año anterior.  En este sentido, es estimulante saber que estamos desarrollando una práctica que se anticipa a lo que se querría ver con más frecuencia en esta área dentro de los próximos años.  Aunque el foco del trabajo que he realizado está en el área del desarrollo profesional docente, cada vez más veo que estas ideas aplican para un entorno mucho más amplio.

Aquí está el primer borrador (ver update al final) del capítulo.  Comentarios y sugerencias son muy bien recibidos, como de costumbre.

UPDATE (2012/01/23): El libro ya fue publicado y se encuentra disponible aquí. Aunque tiene licencia CC, de momento requiere contraseña para descarga.

Ambientes personales de aprendizaje en el desarrollo profesional docente

Aunque el trabajo que he venido realizando desde 2007 ha estado siempre orientado alrededor de la idea del Ambiente Personal de Aprendizaje, hasta el momento no había tenido la oportunidad de escribir de manera formal al respecto. Mi capítulo sobre los talleres EduCamp estaba más enfocado en la descripción detallada de la experiencia que en este aspecto específico, así que la invitación del Centro Ceibal a participar en su ‘libro azul’ fue no sólo bienvenida sino muy oportuna.

El libro tiene como título “El Modelo CEIBAL: Nuevas tendencias para el aprendizaje” y hace parte de una serie de publicaciones sobre la evolución de Ceibal, que incluye “En el camino del Plan Ceibal” (el libro rojo de 2009), “Ceibal en la sociedad del siglo XXI” (el libro verde de 2010) y “Movilización social para Ceibal” (el libro amarillo de 2010).  Como en otras ocasiones, el libro incluye una serie de artículos de personas de toda Iberoamérica (entre ellas Pablo Bongiovanni, Ismael Peña y Diego Levis).

Vale la pena decir que me gustó la forma en la que quedó mi capítulo pues no sólo está planteando ideas, sino que está hablando de experiencias concretas en las que esas ideas se llevan a la práctica.  Eso sigue siendo un compromiso personal, pues insisto en que  tenemos bastante ideas y buenas intenciones que, lamentablemente, se siguen quedando solamente en eso.

Así que aquí está el borrador final del capítulo incluido en el libro azul de Ceibal, que además contiene una corta discusión acerca de entorno vs. ambiente, y personal vs. personalizado, asunto importante si estamos de acuerdo en que el lenguaje que usamos abre o limita posibilidades.

Como de costumbre, comentarios y sugerencias son bienvenidos. :)

#reAprender Radio: Episodio 4: Enseñanza abierta

El cuarto episodio de esta serie, cuyo tema global son las prácticas educativas abiertas, está enfocado en la enseñanza en cursos abiertos.  En conjunto con Luz Pearson (twitter|blog) y Andrés Chiappe (twitter|blog), conversamos sobre esto, a partir de las experiencias que hemos tenido en diversos cursos en los últimos años.

El episodio inicia con una definición de “enseñanza abierta” que se encuentra en un artículo de David Wiley de 2009 (2:10) y menciona la visibilidad creciente que este tipo de enfoque alcanzó a lo largo de 2011 gracias a iniciativas como la de Stanford y al reportaje en medios como The Chronicle of Higher Education de algunas de las experiencias realizadas en Norte América.

La primera pregunta que abordamos fue: ¿cuál es el efecto de poner el contenido de un curso en espacios públicos y de abrir la experiencia de enseñanza? (4:10).  Desde la perspectiva de Luz, la apertura aporta en varios niveles: para empezar, un docente puede enriquecer sus propias propuestas al observar lo que otros docentes hacen en abierto; segundo, hay un efecto similar al que se observa cuando se trabaja en aula y cuando se sale de excursión:  en el aula puede haber mucho más control, mientras que en la excursión (experiencia abierta) los estímulos a los cuales están expuestos todos los actores son muchos más.  El control se distribuye, y el docente deja de ser el ‘único’ que ‘sabe’.

Ahora, hay niveles adicionales de lo abierto (que han aparecido en otros episodios).  Además de poder enriquecer las ideas de diseño personal, mediante la observación “sobre el hombro del otro”, existe la posibilidad de que los mismos participantes modifiquen los contenidos propuestos por el docente.  Desde mi perspectiva, esto es algo apenas potencial y, de hecho, representa una transformación real de la comprensión que el docente y cada participante tiene sobre su propio rol.

En los dos cursos que Luz ha realizado (7:00), no ha encontrado  modificación de los contenidos por parte de los participantes, pero sí una ‘sensibilidad’ mayor de su parte respecto a las necesidades emergentes de un grupo, representada en cambios en las actividades (no sólo agregar nuevas sino quitar otras que no tenían respuesta), en el orden de los temas y/o recursos propuestos, etc.

En mi opinión (9:20), esto va en contravía con muchas de las ideas del diseño instruccional, en donde se supone que un curso tiene que estar completamente pre-diseñado antes de empezar, con las cosas buenas y malas que esto implica.  También es cierto que esa sensibilidad a lo que es de interés para un grupo no es inherente a los cursos abiertos.  En muchos casos (los norteamericanos, en su mayoría) la estructura del curso la define un conjunto de temas y recursos que son definidos por el líder del curso.  No hay discusión (centralizada) respecto a si esos temas son los que ‘deben’ ser o pueden ser otros (aunque, como es abierto, cada persona puede traer su propias perspectivas al curso).

El asunto es que, cuando todo está predefinido desde el inicio, la flexibilidad para atender necesidades específicas puede reducirse.  De fondo, de lo que se trata es de reconocer que nunca va a haber dos cursos iguales, en la medida en que no hay dos grupos de personas iguales.  En sentido contrario, si no hay dos grupos iguales, ¿por qué pretendemos hacer exactamente lo mismo con todos? Sin duda podemos argumentar que los objetivos, recursos, actividades y lineamientos pueden ser comunes a los grupos, pero el reto está en encontrar mecanismos que le permitan a cada individuo recorrer su propio camino dentro de ese marco común.  Desde mi perspectiva, se trata de encontrar un punto de equilibrio.

Por otro lado, está de por medio el eventual interés de instituciones (e incluso de gobiernos) por escalar una experiencia educativa dada. Para el caso de los cursos abiertos, no se escala (11:30) con el contenido (el mismo para todos), sino con la capacidad que va quedando instalada en los participantes.  Ahora bien, ¿no se supone que esto es lo que se pretende en toda experiencia educativa?

Andrés (12:15) señala, con mucha razón, que la definición de Wiley se queda algo corta en cuanto a lo que significa la actividad docente (la enseñanza).  Como no se trata sólo de publicar contenidos y permitir acceso a un curso, es importante explorar aquellas cosas que hacen parte de la enseñanza y preguntarse qué implica adicionarles el adjetivo ‘abierto‘ (algo de esto lo abordé al inicio de la presentación que hice en diciembre de 2010 en el webinar de la Universidad Oberta de Cataluña). La práctica se vuelve algo más amplio que ‘dar clase’.  Por ejemplo, requiere del docente la participación en el diseño y planeación de un proceso formativo, en la producción de material educativo, en la regulación y gestión de la interacción con los estudiantes y en el ejercicio de evaluación y retroalimentación, entre otros.

En lo abierto (19:05), es claro que el tema del contenido es el más desarrollado (en la línea de los Recursos Educativos Abiertos).  Pero desde la perspectiva de Andrés, cuando se observan los otros aspectos aparecen cosas interesantes: ¿Qué pasa cuando cualquier participante puede tomar el papel de ‘profesor’? ¿Es viable? ¿ Es coherente con el ejercicio de lo abierto? ¿Con el ejercicio de la docencia? ¿Esto tiene que ver con liderazgo? ¿con relaciones de poder?

En las experiencias de Luz (21:30) -que no son formales en el sentido institucional de la palabra-, el rol docente se piensa de una forma distinta en cuanto al poder, aunque no ocurrió que un participante asumiera el papel del profesor.  Lo que sí ocurrió es que, a medida que avanzaba la experiencia, los participantes que sabían más sobre un tema dado eran invitados a apoyar a otros.

A partir de la charla (23:45), Luz propone una lista inicial de cosas que un docente tiene que resolver: diseñar, curar contenido, comunicar consignas de una manera particular, facilitar y moderar la intervención/interacción de todos los actores, ser capaz de motivar a los participantes (mantener cautivo al grupo), seguimiento y feedback, explotar las posibilidades de lo abierto, conocimiento técnico (en mi caso personal, a todo esto se suma la creación de herramientas de seguimiento y de análisis de la información proveniente de la red).  Todo esto, claramente, pone al docente en la necesidad de apoyarse en otros.

Desde mi experiencia (26:00), hay una diferencia importante cuando uno pasa de cursos que se ofrecen en un espacio institucional formal (como ELRN, GRYC y DocTIC) a aquellos en donde el esquema es más informal (ArTIC y TRAL).  Frente a lo que señalaba Andrés, no se trata de que todo el mundo se reconozca como profesor, sino de que algunas de las labores que desempeña el docente empiezan a estar  descentralizadas y distribuidas en todo el grupo de participantes. Se trata de pasar de una red centralizada a una descentralizada (en mi presentación sobre redes sociales en educación hablo más acerca de esto) de acuerdo con las habilidades (y necesidades no evidenciadas) de los participantes. Ahora, la descentralización en algunas de las labores de la docencia no omite la importancia de un liderazgo de parte del diseñador de una experiencia de aprendizaje, quien además está a cargo (en parte) de reconocer los patrones que van emergiendo a lo largo del proceso y de ajustar la experiencia en consecuencia.

Andrés (29:45) propone un camino interesante para la conversación: Tal vez una de las posibilidades de la enseñanza abierta tiene que ver con la construcción de comunidad (en especial de comunidades de práctica). Desde mi perspectiva, percibo una curiosa exigencia en el entorno (he hablado de ella en algunas presentaciones) que sugiere que todo docente tendría que tener como derrotero la “creación” de comunidad en su propia disciplina, lo cual es poco realizable, tan sólo considerando la atención limitada que tenemos.

El asunto es diferente, en mi opinión, si se concibe al grupo como a un conjunto de practicantes cuyas prácticas se intersectan durante un período de tiempo y lo que se trata de hacer es aprovechar ese espacio de intersección, del cual podría emerger (o no) algo reconocible como una comunidad de práctica.  Como he mencionado en otras ocasiones, la comunidad de práctica es un punto de llegada, no un punto de partida (algo que más de un “community manager” no parece tener claro).  La pregunta que empieza a aparecer es cuáles serían los efectos de concebir la experiencia de aprendizaje a partir del fomento de las relaciones e interacciones propias de una comunidad de práctica, que excede la duración y alcance de un curso específico.

Luego de un intermedio musical en donde escuchamos música de Gaby Cardoso (“Los Eucaliptos“), empezamos (41:45) por hacer claridad sobre los límites que a veces nos ponemos cuando pensamos en experiencias educativas como algo limitado a un curso.  Evidentemente, hay otras opciones más cortas/puntuales (Luz habla de algunas de ellas en su experiencia), pero también es posible pensar en ampliar el alcance de los procesos de creación de comunidad más allá de un curso.  En mi opinión, eso es justamente lo que estamos viendo con la red abierta, y esto nos lleva de regreso a la discusión sobre el papel de las instituciones educativas formales. Pensar en aplicar esta lógica a todo un programa (por ejemplo), hace factible pensar en una comunidad de práctica disciplinar que se desarrolla (a través del crecimiento de cada uno de sus miembros) a lo largo de un plazo mayor de tiempo.

(Llama mi atención que por allá en 2005, poco después de llegar al Ministerio de Educación, vino a mi cabeza esta idea de un sistema educativo organizado alrededor de comunidades de práctica, que servían como puente entre la educación media, la educación superior y la vida profesional. Esa era mi visión para el tema de Objetos de Aprendizaje, de hecho. En la época (y con razón, como el tiempo lo ha mostrado) Claudia Zea me dijo que era algo demasiado ambicioso, así que teníamos que concentrarnos en algo más concreto -OA, en ese momento-. En retrospectiva, lo que percibo es que todo el tema del Ambiente Personal de Aprendizaje (APA) y de las experiencias abiertas como intersecciones de los APA de diversas personas apunta a esa visión de hace años. Es curioso que este tema aparezca justo en este episodio)

Todo esto (53:00) organizado alrededor del desarrollo del Ambiente Personal de Aprendizaje de los participantes, así como de sus habilidades de gestión del aprendizaje. Concebir el ambiente de aprendizaje de una experiencia específica como la intersección entre los ambientes personales de aprendizaje de los participantes, en donde cada individuo tiene la responsabilidad de ampliar y fortalecer su red y la  labor docente corresponde al fomento de nuevas conexiones y la generación de sentido en cada actor, cambia completamente el panorama.  Ahora, es claro que desarrollar nuevas concepciones respecto al aprendizaje (reaprender, de hecho) es un proceso que no se logra en unas cuantas semanas, lo que pone énfasis en la importancia de contar con iniciativas que excedan la duración de un curso.

Y aquí damos la vuelta y regresamos a la dificultad inherente a escalar este tipo de prácticas (55:00). ¿Cómo entusiasmar a nuevas personas, nuevos docentes, en estos temas, en estas prácticas?  ¿Cómo lograr mostrar otras posibilidades para todo el sistema?

Luz sugiere, además, algo que involucra de manera directa nuestras concepciones respecto a los resultados de aprendizaje.  En estos cursos, una medida de que las cosas están funcionando (57:50) es observar que los participantes efectivamente están contando con nuevas herramientas, están ampliando sus redes y están desarrollando nuevas prácticas.  No se trata sólo de contenido disciplinar, sino de objetivos que en ocasiones no aparecen de manera explícita en un currículo.

Para cerrar el episodio, hablamos acerca de algunas de las habilidades de un docente que quiera enfrentarse a este tipo de experiencias (59:00): En el diseño hay que decidir sobre lo tecnológico (cuáles plataformas, cómo se usan y se articulan); a nivel de contenidos se sigue requiriendo una propuesta temática (con ideas, obviamente, sobre cómo se desarrolla); también es necesario pensar en cómo generar propuestas de actividades claras y en cómo divulgar el curso. Esto último obliga al docente a ser practicante y usuario de las redes y herramientas, o mejor, ser ejemplo de las prácticas que pretende promover en los participantes (modelar prácticas).  Por otro lado, la creatividad es importante, a partir de la utilización de las ideas que otros practicantes están desarrollando.

Otro aspecto importante que aparece en la conversación es la transparencia del proceso de aprendizaje (67:00), entendido como la labor de un docente (y de todos los participantes) de hacer visibles sus propias estrategias de aprendizaje. Esto genera un riesgo enorme pues, como lo pone Luz, deja de “haber secreto”.  Y cuando no hay secreto, no hay control.  Sin secreto, ¿deja de haber autoridad? Esto implica un re-conocimiento del propio rol docente.  Un enorme reto, que corresponde a cada individuo.

El episodio cierra con una reflexión respecto al proceso que estamos viviendo. De alguna manera, estamos recorriendo un proceso en espiral: Partimos de una comprensión específica sobre un asunto y, después de la discusión, volvemos al asunto inicial, pero con una nueva comprensión, desde un punto de vista más “alto”.

Aquí está el Episodio 4 de Radio reAprender:

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