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Cuatro claves (de lo que nos falta por hacer) #IBERTIC

En Mayo (cómo pasa el tiempo!) fui invitado por la Organización de Estados Iberoamericanos a participar en un muy interesante encuentro de expertos, dedicado a conocer, analizar y discutir las perspectivas de trabajo del naciente Instituto Ibertic (En Septiembre pasado hubo un segundo encuentro al cual lamentablemente no pude asistir, pues estaba de vacaciones preprogramadas).

Como parte de la invitación, hice parte de un panel en compañía de Mariana Maggio (Argentina) y Tarek Chehidi (Túnez), titulado “Las TIC en la escuela”.  Así que acordamos con Mariana una estructura general para nuestras intervenciones, enfocada en proponer algunos asuntos clave que, desde nuestra perspectiva, constituyen retos que nuestros sistemas educativos tienen pendientes a gran escala.

Aquí está el video del panel, cortesía del equipo de Ibertic.  Inicia Tarek, luego va Mariana en 17:38 y después yo en 38:04:


Los cuatro desafíos en los que decidí enfocarme fueron:

  • De la enseñanza al aprendizaje
  • De la centralización a la distribución
  • De miradas fragmentadas a comprensiones globales
  • De la posibilidad a la realidad

A los cuales agregué, a modo de cierre, uno más: De esperar el futuro a crear el futuro.

Por supuesto, todos estos desafíos se desprenden del trabajo que he venido realizando en estos últimos años (incluida la experiencia de TRAL, que en ese momento estaba en plena ejecución), y de los convencimientos y comprensiones emergentes que han aparecido por causa de él.  Lo que significa que representan una mirada muy específica, que no constituye una solución ni muestra un camino único.

De hecho, esas cuatro ideas tienen mucho por detrás.  Uno podría tomar cualquiera de ellas para discutir acerca de las plataformas tecnológicas que usamos y lo que implican, de las estructuras organizacionales, de pedagogía, de didáctica, del sentido de la educación, etc.  Y, al mismo tiempo, no tienen que ver directamente (ni exclusivamente) con la integración de tecnología informática. Es por eso que me parecen particularmente interesantes.

Aquí están los slides que utilicé:

Un detalle especialmente agradable de esta invitación de Ibertic, fue la oportunidad de encontrarme de nuevo con Vera, Luz, Machi, Paola, Melina, Mariana, Javier, Maria Teresa y muchas otras personas con quienes tenemos importantes resonancias en cuanto a ideas y, por qué no, sueños.  También fue una excusa para hacer la sesión sincrónica de TRAL desde el Colegio Las Cumbres, algo sobre lo que no he escrito aún pero que recuerdo como una de las experiencias más extrañas y estimulantes que recuerdo.   Justamente, Javier me hizo una corta entrevista en esa ocasión, hablando acerca de TRAL. Nótense las ojeras del entrevistado (ouch):

Así que, bueno, aquí están estos cuatro retos en 2013. Dentro de varios años veremos qué tanto logramos avanzar en ellos.

Gracias a Ibertic por la invitación!

Un panorama de las TIC en Educación Superior

El año anterior fui invitado por la Universidad Nacional de Colombia y la Fundación Karisma a realizar una presentación en el Encuentro Nacional de Investigación y Desarrollo 2012, que abordaba el tema de las TIC como apoyo a la presencialidad.  Esta invitación me sirvió como excusa para organizar muchas de las iniciativas recientes (incluyendo, por supuesto, los xMOOC) en una narrativa en donde la transgresión de límites históricos empezó a emerger como tema central.

El material de apoyo lo utilicé luego en una presentación para EduTic Innova 2012, en donde el tema de los límites se consolidó y me permitió ver que, en realidad, seguimos hablando de límites imaginarios generados por un contexto al que muchos de nosotros estamos acostumbrados pues hemos vivido en él buena parte de nuestra vida. Y que la naturaleza de un medio emergente como Internet abre una serie de posibilidades que permiten repensar estos límites.  Nada de esto es nuevo, obviamente, pero mi percepción del asunto me ayudó a enlazar este asunto de los límites con una pregunta que lleva ya tiempo en mi cabeza: cómo pasar de redes centralizadas a redes distribuidas (lo que he dado en llamar “pensar en red“).

Hay una presunción aquí que es importante resaltar (y que no se aborda en la presentación): son preferibles las redes centralizadas a las redes distribuidas. Aunque este no es el momento de abordar esta discusión, lo cierto es que detrás de esta afirmación hay muchas implicaciones sociales y políticas, con el potencial de transformar del todo (o no) las sociedades en las que vivimos, como se sugería aquí.  Pero, por otro lado, no se trata de un asunto de preferencia, sino de búsqueda de equilibrio y equidad. Un argumento muy razonable de Stephen es que la centralización típica de nuestro mundo no corresponde a razones ‘naturales’, sino a desequilibrios ocasionados por decisiones políticas o económicas, o simplemente consecuencias de diseño. Tener esto en cuenta pone la discusión sobre la centralización vs. distribución en otro plano y, al menos a mi, me sigue cuestionando respecto al papel que cada uno de nosotros tiene en esta situación.

Una revisión del material de la presentación original fue usado en una reciente charla que tuve con docentes de la Escuela Colombiana de Ingeniería.  Después de ella, finalmente me animé a organizar los slides pero tratando de generar una presentación auto-contenida, pues mis publicaciones habituales son de slides de apoyo que contienen muy poca información (debido a mi estilo de presentación).  La presentación resultante habla un poco de innovación y de cómo la innovación en educación puede ser comprendida desde una transgresión basada en lo tecnológico (pero motivada por muy diversos intereses) de una serie de límites que han configurado la realidad histórica de nuestras instituciones educativas, los cuales contrastan completamente con las posibilidades de un medio digital en red.  El panorama presentado habla de algunas experiencias que ‘abordan’ algunos de estos límites, concluyendo con los cMOOC que, desde mi perspectiva, son los ejemplos más claros de la intención de pasar de una red centralizada a una red distribuida, tanto en términos tecnológicos como educativos.

Sin embargo, este no es un recorrido por la historia de los MOOC ni un análisis de su situación actual (eso viene dentro de poco!). Simplemente un panorama que muestra muchos de los cambios (pequeños y grandes) que han venido ocurriendo en los últimos años y que nos recuerda que las oportunidades de innovar están a la mano, siempre y cuando nos animemos a hacerlo.

Con todo eso dicho, aquí está la presentación.  Luego de ella encontrarán algunos enlaces y material adicional:

Secciones de la presentación

2 ideas de partida: Para profundizar en las razones de nuestro profundo olvido tecnológico, el artículo de Stephen C. EhrmannTechnology and Revolution in Education: Ending the Cycle of Failure es un excelente referente.

innovación: Para superar mucho del hype sobre innovación, es imperdible el mapa conceptual elaborado por Dubberly Design (del cual tengo una copia física gracias a Paul Pangaro!). El libro que lo acompaña es igualmente útil.  Las ideas sobre las tres categorías de cambio están en Leading and benchmarking system-wide educational innovation de Darryl Bubner (hay un artículo mucho mejor que la presentación, pero no está disponible en línea).

un paréntesis: El fabuloso mapa de la Ciencia de la Complejidad se encuentra aquí.  La discusión sobre la ‘nueva ciencia de redes’ puede encontrarse en Linked (de Barabasi) y Six degrees (Watts). Everything is obvious (también de Watts) es un revelador análisis de cuán poco determinista es nuestro mundo y el papel que las redes juegan en ello.

límites:  La parte introductoria del tema de los límites es original (o al menos, tan original como algo puede serlo en estos días). Incluye numerosas referencias que escapan a mi cabeza en este momento.  Para la parte de experiencias, intenté mantener un orden cronológico (que también ayuda a ver cuáles límites estuvieron en el foco de discusión en qué momento). Los seleccionados fueron:

  • bajos costos de reproducción: Connexions,MIT OpenCourseWare, OER Commons (como ejemplo de un repositorio de OER), y el Open Learning Initiative de Carnegie Mellon, una de las iniciativas más serias en el área de recursos educativos.
  • cantidad de docentes: La idea aquí es que este límite intenta superarse con alternativas que permiten a muchas más personas ‘ser profesores’. Ejemplos emblemáticos incluyen a University of the People y Peer to peer University. Más recientemente, OpenStudy abre la puerta a la creación de grupos de estudio de apoyo a clases específicas.
  • cantidad de estudiantes:  Estos son los xMOOC que tanto protagonismo cobraron durante 2012. Aunque se puede argumentar que también aborda el límite de cantidad de docentes, su estrategia no es usar la tecnología para distribuir responsabilidad sino consolidar sistemas de broadcasting en donde un experto es el único protagonista.  Los jugadores importantes aquí son todavía Udacity, Coursera y edX, aunque montones de empresas y expertos de marketing han empezado a maquillar lo que han hecho siempre para no quedarse por fuera de la ola. Class2Go de Stanford está incluido por su celeridad en proveer una plataforma tecnológica utilizable por otros.
  • certificación: En cuanto a alternativas, lo más representativo (aunque aún incipiente) es la iniciativa de Insignias Abiertas de la Fundación Mozilla.  Sin desconocer, por supuesto, convenios como el de Udacity con San José State University, que empiezan a mostrar otros caminos para este tema.  Al menos, respecto a quiénes emiten certificaciones válidas…
  • porque sí: Esto ni siquiera es una categoría en la presentación, pero era necesario incluir a Khan Academy, un excelente ejemplo de cómo una iniciativa individual puede convertirse en algo de gran escala.  Por supuesto, sin el tecno-misticismo que propone que este tipo de historias se repetirán para cualquier persona.
  • los primeros mooc: Aquí, los ‘sospechosos de siempre’. Los primeros pasos de David Wiley, Leigh Blackall y Alec Couros, seguidos del inesperado volumen de participantes de CCK08 y de algunos experimentos locales: los que tuve la oportunidad de realizar desde 2009 (ELRN, GRYC y DocTIC) y el TIOD liderado por Luz Pearson en 2010.  Aunque después de CCK vinieron varios cursos más (como PLENK, Critical Literacies, Change11 y el primer LAK), el único que (a mi juicio) representó un cambio importante fue ds106, que inspiró algunas cosas de ArTIC.

Ese es más o menos un barrido por los materiales que amplían lo desarrollado en la presentación. Documentos y videos con descripciones más detalladas de mis experiencias se encuentran más o menos compilados aquí, para quienes estén interesados.

Y, por supuesto, comentarios y sugerencias sobre la presentación son muy bien recibidos. :)

La importancia del contexto

Algo que empecé a percibir con mayor claridad en 2012 es la importancia que tiene el contexto en las diversas cosas que hacemos. Esto ya era claro en lo referente a la aplicación de diversas ideas relacionadas con la educación y la tecnología: el contexto importa porque las ideas y prácticas que surgen en un determinado contexto social, político, económico y cultural pueden no aplicar a un contexto con unas condiciones diferentes.

Esta es una afirmación que puede resultar obvia, pero que con frecuencia pasa desapercibida. Un ejemplo de esto es la forma en la cual algunos investigadores y comentaristas toman/tomamos como referencia para nuestros entornos específicos los muy diversos reportes generados en Norte América y Europa (otras realidades) sobre cualquier cantidad de temas (los usos de Internet por parte de los jóvenes, el estado de los e-books, el efecto de los medios en los niveles de atención, etc.). Este efecto es amplificado con la disponibilidad de herramientas que facilitan un acceso inmediato a la información.

El asunto con esto es que, al ignorar la importancia del contexto, más de uno termina metido en caminos de investigación y desarrollo (o al menos, de indagación) que no llevan a ninguna parte. Aquí hay multitud de ejemplos. Tome los investigadores en televisión interactiva que trabajaron sobre protocolos diferentes al elegido en Colombia, o el llamado ‘proyecto inteligente’ que iba a generar una amplia capacidad de desarrollo de software entre amas de casa y taxistas (entre otros públicos), o algunos proyectos multilaterales (como era el caso de Rived por allá a inicio del siglo) que, estando diseñados para otras realidades, trataron de implementarse en la región (a veces a las malas y, en general, con poco éxito). Ocurre en todas partes. Ocurre una y otra vez.

Pero no se trata sólo de caminos sin salida. También se encuentra en procesos de planeación a todo nivel (de aula, de gobierno), algo a lo cual me he referido en otras ocasiones. Ignorar la importancia del contexto lleva a planear programas y proyectos enteros que, desde su concepción, tienen dificultades. Cuando usted planea una política nacional con base en documentos que reflejan la situación de amplios sectores del primer mundo e intenta aplicarla a un sector de la población de un país que no cuenta con estas condiciones, de antemano va a exponer a frustraciones a todos los involucrados.

Lo bueno es que estas historias suelen tener un final feliz. En muchos casos, es justo decir que los involucrados perciben la discrepancia e intentan hacer algo al respecto. En otros, simplemente ponen el fracasado proyecto en su hoja de vida y continúan su vida laboral sin problema. Ahora, el final no es tan feliz cuando se piensa en los recursos (frecuentemente públicos) invertidos y en el desperdicio de tiempo y esfuerzo. Esa es la parte que suele pasar con ‘bajo perfil’. Ocurre en todas partes. Ocurre una y otra vez.

Pero además de esto, hay un aspecto adicional del contexto que, como decía al inicio, se hizo más claro para mi en este año. El contexto no sólo define posibilidades de aplicación de ideas, sino que marca la forma en la que aparecen. Esto, que visto en retrospectiva también es obvio, pasó desapercibido para mi durante mucho tiempo.

Una de las cosas que me llevó en 2006 a iniciar la traducción del artículo de George Siemens sobre conectivismo era que, tal como yo lo veía en ese momento, estaba en curso una discusión respecto a una posible nueva teoría de aprendizaje, con lo que tenía sentido llevar esa conversación a un público más amplio. Lo interesante del asunto, para mi, era la posibilidad de observar en vivo y en directo cómo se construía una teoría de aprendizaje, cuáles eran los procesos de discusión y verificación asociados y, por supuesto, cómo aplicaban a mi contexto local. No obstante, como el tiempo lo ha mostrado, el ejercicio terminó siendo más un ejemplo de cómo fluye, no fluye y se distorsiona la información de manera progresiva. Pero esa es otra historia.

Lo importante es que en 2006 yo percibía a las ideas como entes independientes de quienes las proponían, por lo que en ese entonces me enfoqué solamente en ellas. Pero con el paso del tiempo, y luego de conocer un poco más a algunas de las personas involucradas en la exploración de muchas de esas ideas, empecé a notar que en ellas había una influencia muy fuerte -a veces explícita, a veces no, a veces ignorada- de los rasgos de personalidad de cada uno de ellos y de sus condiciones contextuales específicas. Y que lo mismo ocurre (sin que seamos conscientes de ello) con muchas de las ideas de las que hacemos uso día tras día.

Algunos ejemplos:

  • Influencia explícita del contexto: Thorndike y, más adelante, Gagné, desarrollaron sus ideas en un contexto militar, en entrenamiento para miembros de fuerzas armadas, buscando desarrollar los fines de esos estamentos.
  • Influencia no explícita (esto es, no necesariamente documentada): el efecto que pudo tener el contexto político en el que vivió Vygostsky en el desarrollo de sus ideas (tomando en cuenta, por ejemplo, su participación en el gobierno bolchevique de la ciudad de Gomel).
  • Influencia ignorada (ignorada no sólo en el sentido de no documentada, sino de invisible incluso para el mismo autor): el papel que el contexto familiar de Thorndike, Gagné o Vygostky tuvo en su trabajo.

Esto último resultó bastante claro en una interesante conferencia a la que asistí el año pasado en Rio de Janeiro, por parte de una estadounidense del área junguiana que hablaba acerca de la forma en la que el contexto familiar, en especial la relación con sus respectivos padres, incidió (e incide) en la vida pública de Martin Luther King y Barack Obama. Esta perspectiva abrió para mi un campo de preguntas relacionado con la forma en la que condiciones familiares (que definen rasgos de personalidad) inciden también en la vida profesional de figuras históricas. De toda persona, en realidad.

El asunto se pone aún más enredado cuando nuevas interpretaciones históricas llevan a nuevas conclusiones sobre personajes de todo tipo. Por ejemplo, lo que se aprende en una maestría de historia acerca de lo que fue la campaña libertadora es mucho menos épico y mucho más perturbador de lo que yo aprendí en el colegio en su momento. Las motivaciones son mucho más complejas y menos ‘nobles’, y muchos de nuestros próceres parecen haber sido verdaderos pioneros del horror que los grupos paramilitares traerían casi dos siglos después. No sólo la historia no es como la pintan, sino que en muchos casos no contamos con suficiente información para comprenderla (si es que en algún caso podemos hacerlo).

Percibir esto hace que aparezca una capa adicional de preguntas que uno tendría que hacer al acercarse a ciertas ideas: ¿de qué contexto político provienen los proponentes de esas ideas? ¿cómo fue/es su vida familiar? ¿representan algún tipo de orientación religiosa / ética específica? ¿en qué tipo de sociedad ‘creen’? Por supuesto, es una enorme dificultad responder preguntas como estas. Puede ser prácticamente imposible en la mayoría de los casos.

Por eso ha sido tan interesante para mi el contacto que he tenido con algunas de las personas que están detrás de las ideas con las que trabajo. Ese contacto me permite ver que, por ejemplo, algo como ds106 (con su énfasis en la experimentación narrativa) sólo podría surgir de alguien como Jim Groom, con su contexto de películas B y de zombies. Ni Siemens ni Downes habrían generado algo así. De igual manera, el énfasis de Stephen en los procesos de aprendizaje individual tiene total relación con la independencia que lo caracteriza a nivel personal. Y estas son apenas percepciones a partir de fragmentos de sus vidas.

Claramente, hay mucha más información sobre la cual sólo es posible especular. Por ejemplo, David Wiley es mormón. ¿Cómo incide la visión del mundo promovida por los mormones en sus posiciones profesionales? ¿Incide? Ni idea. Nótese que aquí no hay ningún juicio de valor, sino simplemente una pregunta que queda abierta. Podría no haber incidencia alguna (o tal vez sí).

Uno podría aventurar que sí existe una incidencia, pues las ideas siempre se generan en un contexto. Cada uno de nosotros puede establecer nuevas conexiones (que interpretamos como ideas) gracias a los patrones previos que hemos consolidado. Y esos patrones son producto (por decirlo de alguna forma) de todo lo que hemos vivido, de todo lo que hemos experimentado, del entorno en el que hemos crecido, de las formas en las cuales fuimos educados, etc. Como sabemos, el lenguaje marca la visión del mundo. Así como la pertenencia a grupos específicos, para seguir con el ejemplo anterior. No es un asunto de sectarismo, pero sí es claro que la ética protestante es diferente de la ética judía, que los católicos y los mormones tienen perspectivas diferentes y que, para completar, una vida relativamente acomodada conduce a una perspectiva muy distinta de la que genera una vida más limitada.

Un peligro adicional con esto último es que resulta casi inevitable que quien está en una posición ‘acomodada’ suponga que eso es lo que todo el mundo debería ‘disfrutar’. De aquí es de donde vienen, justamente, la mayoría de discursos de brecha digital. Y no se trata de decir que la equidad no es importante, sino de señalar que lo que percibimos como brechas a veces corresponde a necesidades creadas que simplemente acentúan las profundas desigualdades que nuestro sistema económico genera.

El problema es que esto pasa desapercibido (para variar), y entonces naciones enteras terminan tratando de resolver ‘brechas’ a punta de máquinas, y más de un/una dirigente (o empleado público) presume que lo que la gente necesita es ser más parecido a él/ella: ¿cómo puede ser que la gente no tenga blackberry (o el gadget de su preferencia)? ¿cómo puede ser que la gente no tenga un posgrado (ojalá en el exterior)? ¿cómo puede ser que la gente no tenga un alto nivel de consumo? Las respuestas a estas preguntas que casi nunca nos hacemos están por todas partes: ¡Necesitamos ser más competitivos! ¡Necesitamos más doctores! ¡Lo que hay que hacer es darle computadores a todo el mundo! ¡Necesitamos más deuda…!

Y así, el futuro de sociedades enteras termina determinado por el contexto, carencias y necesidades vitales de unos pocos, que creen que los demás deberían parecerse a ellos. Hace unos días pude ver un ejemplo muy inquietante de esto en el documental La doctrina del shock, que a partir del trabajo de Naomi Klein narra el devenir de las ideas económicas de la escuela de Chicago (con Milton Friedman a la cabeza) y de algunos de sus efectos a nivel global. Las ideas pueden, efectivamente, cambiar el mundo. De maneras inesperadas.

Pero el asunto no tiene que ser tan espeluznante. Piense simplemente en que personas del primer mundo con gran presencia en línea con frecuencia provienen de contextos con condiciones de vida mucho mejores que las de la mayor parte de la población latinoamericana, tanto en cuanto a los lugares en los que habitan como en cuanto a sus condiciones profesionales, económicas y laborales. En términos más simples, sus preocupaciones son otras. Y cuando las preocupaciones y las necesidades básicas están resueltas, es posible dedicarse a otro tipo de búsquedas.

Al final, todo esto importa porque aplica igualmente para cada uno de nosotros. ¿Por qué creemos lo que creemos? ¿Por qué pensamos lo que pensamos? ¿Será que las ideas del conectivismo resuenan en mi porque además de hijo único soy bastante independiente? ¿Mis búsquedas personales tratan de compensar alguna carencia, o son parte genuina de un proceso de individuación? En esa medida, ¿hasta qué punto lo que pienso y lo que hago es de utilidad para otros?

Esta última pregunta tiene dos caras. Si se trata de mi presencia en línea, aplica lo que hace tiempo decía Gardner: las personas interesadas se identificarán a sí mismas. Pero si se trata del diseño de experiencias de formación docente el asunto se complica un poco, pues hay una responsabilidad tangible en el tipo de cosas que propongo a los docentes con los cuales trabajo.

A este punto, lo que importa aquí es cuidar que otras personas no terminen atrapadas en mis propias búsquedas, sino que tengan una estructura de base que les permita cuestionar su propia realidad y abordar sus propios caminos. Mirando hacia atrás, creo que es lo que he estado tratando de hacer desde hace tiempo.

Lo que hace retador esto es que no tiene que ver con contenidos ni con competencias. O al menos no de manera directa, pues podemos argumentar que cada elección de un contenido, de una competencia o de una actividad es un reflejo de una perspectiva acerca del mundo propia del diseñador, o en la que este actúa como caja de resonancia de otros intereses o necesidades que pueden ser totalmente personales (pero con frecuencia ‘invisibles’ para el mismo individuo).

Así que lo que tenemos aquí es un componente más del ‘crap detector’: mantener las alertas puestas en los contextos de los cuales provienen las ideas que nos seducen, y hacer una introspección permanente que nos permita (hasta donde sea posible) identificar cuáles son las búsquedas y conflictos personales que nos definen, y que no tenemos derecho de imponer a otros en nuestras actuaciones profesionales.

Nada nuevo. El proceso de descubrir quiénes somos en realidad sigue siendo la tarea más difícil de nuestras vidas. Sobre todo en un mundo y una época en los que podemos pasar toda la vida sin pensar en ello.

Conectivismo: un recuento personal (#explorArTIC)

El segundo grupo de estudio de #explorArTIC se encuentra dedicado a una exploración de algunas de las ideas del conectivismo, tema con el que me encontré en 2006, gracias al inesperado (pero sin duda no casual) encuentro con  Stephen.

Mucha agua ha corrido bajo el puente (mi puente?) desde entonces. Desde una creciente falta de certeza en muchos ámbitos acompañado por un (espero) creciente sentido crítico, hasta una mirada curiosa frente a cómo fluye la información (cierta información) en las redes externas y las cabezas de las personas (incluido yo, por supuesto).

Mi primer encuentro frontal con las ideas de George fue en el segundo semestre de 2006, cuando leí su artículo inicial. Llamó tanto mi atención que me llevó a hacer algo inédito para mi: en lugar de decirme “ojalá esto estuviera en español”, decidí lanzarme a hacer una traducción sin que nadie la solicitara. Fue tal vez una de las primeras ocasiones en que viví de primera mano esa posibilidad de creación derivada que las licencias abiertas facilitan. El ejercicio fue muy provechoso, aunque sólo fue culminado en Febrero de 2007.

Luego, la revisión de los diversos documentos de Stephen y George (y la traducción de algunos de ellos), así como la experiencia que empecé a obtener desde 2007 con los EduCamp, la participación parcial en CCK08 y la realización de mis propios cursos abiertos, me ayudaron a enfrentar el reto de compilar muchas de estas ideas en una presentación de una hora.  Mirando hacia atrás, me queda la duda del impacto que tal esfuerzo personal de síntesis tuvo (y tiene) en mi comprensión de estos temas. Me gusta pensar que es alta.

Con el paso del tiempo mi exploración, que ha tenido un componente práctico muy deliberado, me llevó a documentar tanto mi experiencia (1,2,3) como mi posición respecto a otros temas que, si bien tienen un vínculo con el conectivismo, en realidad (lo veo ahora) corresponden a fragmentos de comprensión y de implicaciones de pensar el mundo desde una perspectiva de redes.  De allí surgieron presentaciones sobre Ambientes Personales de Aprendizaje (1,2), el rol del tutor virtual frente a los cambios en el entorno y otras que no llegaron a ser publicadas (aún).

A pesar de todo esto, al mirar hacia atrás percibo que sólo hasta el año anterior logré dar un paso importante en mi comprensión, que me permitió ampliar mi perspectiva y percibir patrones que no había visto antes. Más allá de la discusión sobre la validez del conectivismo, cómo se usa o si es válido usarlo, noté que el ejercicio en el que me encontraba era el de ver el mundo desde una perspectiva de red. Lo que estaba empezando a hacer era, justamente, pensar en red. Desde esta perspectiva, el conectivismo es simplemente una forma de referirse a lo que significa el pensamiento de red aplicado al aprendizaje. Como decía al compartir el primer artículo ‘formal’ que escribí sobre este tema, “la virtud de las ideas de George y Stephen está en la síntesis que hicieron de muy diversas perspectivas, unido a su capacidad de convocar personas alrededor de ellas”.

Todo esto refuerza una sensación: que, de algún modo, la discusión (no resuelta) respecto a si el conectivismo es o no una teoría de aprendizaje resulta algo estéril, pues lo que está en juego en realidad es el asunto ideológico  que subyace realmente a todas estas discusiones (como lo pondría Ken Robinson en Out of our minds).

Hace varios años reflexionaba sobre teorías de aprendizaje, y terminaba diciéndome que “una teoría es útil en la medida en que nos permita entender mejor el mundo. Y si estamos hablando de teorías de aprendizaje, estas deberían tener una relación directa con mi propia experiencia como aprendiz, y dar cuenta de esos procesos”.  Aunque es posible para un humano aprender según los postulados de cualquier teoría de aprendizaje, eso no quiere decir que una única teoría explique cómo aprenden todos los humanos.  Tal vez el cognitivismo llevaría algo de delantera allí, en especial con la base biológica que poco a poco va consolidando gracias a la neurociencia.

El asunto es que, con ese panorama, la decisión de fondo para suscribirse a una u otra teoría deja de ser ‘objetiva’ (algunos dirían ‘científica’) y pasa a tener un componente adicional.  ¿Cuáles son las razones que hacen que nos identifiquemos con una u otra teoría (bien podría ser que la respuesta para muchos fuese la presión social)?. La elección radicaría en una preferencia que refleja una visión particular respecto al mundo.  Radica en la ideología a la cual nos suscribimos, así sea de manera inconsciente, como lo pondría Ken Robinson.

Esto es importante porque empieza a llevar la discusión hacia un rumbo diferente, que involucra los fines que perseguimos como individuos y, desde allí, como sociedades. Por eso (al menos para mi) el aporte de Stephen es incluso más contundente que el de George.  Porque hace evidente de qué estamos hablando desde el punto de vista epistemológico, incluso si las consecuencias no son tan claras (esto ha ido cambiando con el paso del tiempo, por supuesto, pero lo cierto es que la aproximación de Stephen es mucho más política -digo yo- que la de George).

¿A qué viene esto? A que, a partir de mi experiencia, cuando nos acercamos a la lógica del conectivismo (con todas sus posibles carencias), lo que está en juego es lograr pensar en red. Y tal como lo veo en este momento, el lío de pensar en red (y hacerlo en serio) es que lleva a una reflexión un tanto inquietante acerca del futuro de nuestras sociedades y del papel que tenemos en él.  Lleva a una tarea que, al menos para mi, ha resultado difícil: cuestionar nuestra ideología de fondo y, a su vez, cuestionar la ideología subyacente al mundo en el que vivimos.   Difícil porque ser coherente con el cuestionamiento implica pensar no sólo la práctica sino la forma misma en la que se vive. Difícil porque es más sencillo no hacerlo.

explorArTIC provoca esta reflexión porque, al estar enfocados en la discusión acerca del conectivismo, los diversos perfiles de los participantes permiten evidenciar los muy distintos puntos de partida desde los que nos acercamos a la exploración. Las preguntas y las reflexiones públicas me resultan profundamente interesantes pues me permiten ver, por comparación, que el punto en el que me ubico es distinto.

Pero no sólo eso, sino que me provocaron curiosidad por entender las razones que hacen que sea distinto. No mejor ni peor, sino distinto.  Cuando miro hacia atrás en el registro de mi blog (lo cual sólo es posible porque escribo un blog, así suene obvio), veo que enfrenté muchas de las dudas que percibo en algunos blogs de explorArTIC (lo que no significa que las haya resuelto). Y creo que eso le da un sentido distinto a esta reflexión, pues este intento de mapear mi propio camino puede ser útil para otros pArTICipantes.

Al menos para mí, está siendo realmente provechoso. Aunque nunca lo sabremos, es posible que sin explorArTIC nunca hubiera llegado a una reflexión pública como la que compartí hace poco. Reflexión que deja abiertas muchas preguntas, que me permiten observar desde otra perspectiva caminos ya recorridos, pero que siempre tienen cosas nuevas para aprender.